Apareció por videoconferencia frente a un tribunal en Naypyidaw, la capital. El exlíder birmano Aung San Suu Kyi, detenido desde el golpe militar del 1 de febrero, fue acusado el jueves 1 de abril de violar una ley de secretos de estado que data de la época colonial. Su equipo de defensa la había visto el día anterior en video y bajo vigilancia policial por primera vez desde el golpe.
“Convocó una reunión entre ella y sus abogados, una reunión privada para instruir a su defensa y discutir el caso sin interferencia externa de la policía o las fuerzas armadas”., dijo uno de sus consejos. La próxima audiencia está programada para el 12 de abril.
El ganador del Premio Nobel de la Paz de 1991 también está siendo demandado por “incitar al malestar público”. Se suman acusaciones de recaudar más de un millón de dólares y 11 kilos de oro en sobornos, pero aún no ha sido acusada de “corrupción”. Si la declaran culpable, se enfrenta a largos años de prisión, a riesgo de ser excluida de la vida política.
Al mismo tiempo, las autoridades han exigido que los proveedores de servicios suspendan las conexiones inalámbricas a Internet en el país. “hasta nuevo aviso”, dijo un operador de telecomunicaciones. Ya ordenaron la suspensión de las transferencias de datos móviles y este nuevo corte corre el riesgo de paralizar las comunicaciones online en el país, donde muy pocas personas tienen acceso a teléfonos fijos.
Este “cierre de Internet” fue condenado el jueves por decenas de países miembros de la ONU que denunciaron, en un comunicado redactado por Lituania, Francia y Grecia, “los ataques” contra los medios del país. Más de 535 personas, entre ellas muchos estudiantes, adolescentes y niños pequeños, fueron asesinadas por las fuerzas de seguridad en dos meses, según la Asociación de Asistencia a Presos Políticos (AAPP). Cientos de personas más, incomunicadas, están desaparecidas.
Durante una reunión de emergencia a puerta cerrada del Consejo de Seguridad de la ONU el miércoles, solicitada por Londres, la enviada de la ONU a Birmania, Christine Schraner Burgener, advirtió contra “un riesgo de guerra civil a un nivel sin precedentes”preguntando por “considere todos los medios a su alcance para (…) evitar un desastre multidimensional en el corazón de Asia”.
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