En La Francachela, en este restaurante del sur de Madrid, la semana de 32 horas pronto será la vida de una cincuentena de empleados. Para María Álvarez, gerente comercial de 38 años, y Elena García, la cofundadora, el período de reclusión fue un detonante. “Somos dos madres. Teníamos que gestionar el trabajo, la vida familiar, el hogar … Eso nos mostró la importancia de tener tiempo para nosotros ”, recuerda. Al pensar en conciliar la vida personal y profesional, la semana de cuatro días se les aparece como la solución.
Una nueva dinámica
Y para organizar este nuevo modelo, los dos compañeros tuvieron que repensar por completo la empresa. Porque si el empleado trabaja un día menos, el salario sigue siendo el mismo. “Fue un verdadero desafío personal alcanzar nuestras metas”, admite María. Los horarios y las tareas se reorganizan. Ahora, en cada mesa de restaurante, una pegatina indica a los clientes un número de Whatsapp para contactar para realizar un pedido. “En lugar de esperar demasiado, el servidor puede, durante ese tiempo, realizar otras tareas. Esas horas le son devueltas directamente ”, subraya el joven de treinta y pocos años.
Haz que tu vida tenga sentido
Giannina De Nicola está en la empresa desde diciembre de 2019. La semana de cuatro días le permitió reanudar sus estudios en gestión hotelera. “Me siento más feliz y realizado en mi vida personal y profesional”, confiesa el joven de 28 años. Los dos líderes de La Francachela están convencidos de que la privacidad también es parte de la economía. “Con más tiempo libre, nuestros empleados son más productivos”, explica María, quien dirige la campaña “4Suma” para incentivar a las empresas a adoptar la semana de cuatro días.
Un proyecto piloto en España
En España, el partido de izquierda Más País está detrás de la iniciativa y la ve como una solución para un mundo pospandémico. “Reducir el contagio, aumentar la producción, fortalecer el bienestar de los trabajadores, pero también impactar el medio ambiente, es imparable”, defiende Íñigo Errejón, presidente del partido. Para llevar a cabo la prueba a gran escala, el gobierno socialista liberó una ayuda de 50 millones de euros para apoyar y permitir la puesta en marcha de 200 empresas voluntarias. El proyecto debe comenzar el próximo otoño por un período de tres años. Los costos adicionales asociados con esta reducción en el tiempo de trabajo podrían cubrirse al 100% en el primer año, al 50% en el año siguiente y al 33% en el tercero, según The Guardian. Esto permitiría involucrar “a unas 200 empresas, para un total de 3.000 a 6.000 trabajadores”, detalló Héctor Tejero, integrante de Más País.
Durante este período, la idea será evaluar el impacto económico, pero también el bienestar en la empresa. “Animo encarecidamente a la empresa a desarrollar y seguir este modelo”, concluye la esperanzada María Álvarez.
No hay consenso sobre el proyecto. Para la oposición, España tiene otras prioridades como “salvar puestos de trabajo y empresas”. Antonio Garamendi, presidente de CEOE, que representa a los empresarios, dijo que la semana de cuatro días tenía que nacer de negociaciones entre empresas y sindicatos y que sería difícil postularse para el sector servicios.
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