InvestigaciónNueva Delhi está apuntando a los teléfonos de varios familiares del líder espiritual tibetano en el exilio en el norte de India a través del software espía del Grupo NSO en medio de crecientes tensiones con China.
Para consternación de las agencias de inteligencia, el Dalai Lama aún no ha cedido a la tentación de comprar un teléfono inteligente. Lo que hace que este hombre de 86 años sea particularmente difícil de espiar. Pero las personas cercanas a él, incluido su enviado en Nueva Delhi Tempa Tsering, su secretario privado Tenzin Taklha o sus asesores Tenzin Taklha y Chhimey Rigzen, pueden ser vigilados de cerca. En total, casi veinte activistas tibetanos, políticos y religiosos en el exilio aparecen en la lista de números seleccionados por un servicio de seguridad indio, usuario del software espía Pegasus, por posible piratería. Forman parte de una base de datos de 50.000 copias consultadas por Forbidden Stories y Amnistía Internacional antes de ser compartidas con diecisiete medios, incluidos El mundo, unidos en el “Proyecto Pegasus”.
Según nuestra investigación, algunos de los familiares del Dalai Lama fueron seleccionados por primera vez para una posible vigilancia a fines de noviembre de 2017, cuando el ex presidente de Estados Unidos Barack Obama, nuevo en China, se reúne con líder espiritual tibetano en Nueva Delhi. Lobsang Sangay apareció más tarde en la lista a mediados de 2018, cuando era presidente del gobierno tibetano en el exilio y aumentó los viajes a India y al extranjero. También se incluyen otros dos candidatos para este puesto, entre ellos Penpa Tsering, finalmente elegida en mayo de 2021.
Sin poder escanear sus teléfonos, no es posible saber si realmente han sido infectados por este software espía, uno de los más sofisticados del planeta, capaz de absorber todo el contenido de un teléfono. – correos electrónicos, mensajes seguros, fotos, libretas de direcciones, agenda … y para recuperar datos de geolocalización sin nada que indique que el dispositivo ha sido pirateado. Esta selección sugiere, sin embargo, que el cordial entendimiento entre Nueva Delhi y la comunidad tibetana, que se ha refugiado en suelo indio durante más de sesenta años, está impregnado de desconfianza.
Dharamsala, nid d’espions
Revela, como nunca antes, la desconfianza del estado indio hacia la comunidad tibetana, sospechosa de estar infiltrada por espías chinos, así como su importancia estratégica en un momento en que las tensiones entre los dos países más poblados de Asia continúan aumentando.
Nueva Delhi cree que tiene motivos para ser cautelosa. En agosto de 2020, un ciudadano chino sospechoso de ser un espía que pagaba a los monjes budistas por información sobre los guardaespaldas del Dalai Lama fue arrestado en India. La primera ruptura en la relación entre la India y la comunidad tibetana se inauguró en 2011, cuando el XVIIy Nueva Delhi sospechaba que karmapa, el tercer dignatario más alto de las escuelas budistas tibetanas, era un espía chino. Sospecha que se levantó oficialmente un año después, el dignatario había sido absuelto por la justicia india, pero eso no disipó todas las dudas. Karmapa obtuvo un pasaporte de Dominica en 2018 y regularmente lucha para obtener visas indias.
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