El término “caos” no es una palabra vacía para definir la situación en torno al aeropuerto de Kabul, el último enclave de Afganistán controlado por extranjeros, mientras miles de afganos intentan entrar para encontrar el camino. Calificado el viernes 20 de agosto por el presidente estadounidense Joe Biden como “Una de las operaciones de evacuación más difíciles” en la historia de Estados Unidos, pone a prueba los personajes más sólidos y el resultado de veinte años de presencia occidental en el país. El mundo consiguió contactar con fuentes militares y policiales presentes en el complejo del aeropuerto de Kabul, asediado por decenas de miles de afganos, los afganos suelen venir con sus hijos, con la esperanza de cruzar los altos muros protectores y dos o tres hileras de alambre de púas.
Responsables de la seguridad terrestre del aeropuerto, los 6.000 marines estadounidenses y cientos de soldados del SAS británico y del Comando de Operaciones Especiales (COS) francés no solo se aseguran de que los aviones puedan aterrizar y despegar. Se colocaron vehículos blindados anglosajones contra las puertas de las tres entradas principales del aeropuerto para que no fueran violados por la multitud. Además, todos los días son enviados por sus respectivos gobiernos y por los embajadores que aún están allí, para tratar de encontrar aspirantes que inicialmente quedaron atrapados al otro lado de los muros perimetrales.
“Un desafío espinoso”
Las escenas más dramáticas a menudo ocurren durante estos intentos de recuperación. Porque los soldados no pueden salir del aeropuerto, un área bajo el control de los talibanes. Por lo general, ven, detrás de la multitud abarrotada, a unas pocas docenas de metros de distancia, a las personas que se supone que deben atrapar. Ese fue el caso, el viernes, del grupo de 25 afganos, recomendado por Benoît Hamon, el ex candidato a las elecciones presidenciales francesas, al que los miembros del COS y la policía francesa de RAID no pudieron llegar mientras estaban en el “25 metros”, según el testimonio de un testigo directo. Al mismo tiempo, pudieron ver a una mujer arrojando a su bebé por encima del alambre de púas con la esperanza de que los soldados lo salvaran y admitieran unirse a él.
Esta es una de las paradojas de esta operación, insistió, este viernes, el jefe de la Alianza Atlántica (OTAN), Jens Stoltenberg: “Tenemos más aviones que pasajeros, porque es un desafío cada vez más espinoso permitir que estas personas lleguen al aeropuerto. “ De ahí la solución temporal y puntual que se encontró el sábado para reunir a personas en otros puntos de la capital y recogerlas en helicóptero. Según una fuente estadounidense en la comunidad de inteligencia, los talibanes no están cubriendo el área alrededor del aeropuerto según su compromiso con Washington de no interferir con la operación actual. Sin embargo, los nuevos señores del país no aprecian el alcance de estas evacuaciones. El viernes, viajando a Khost (este), uno de los pesos pesados del régimen, Anas Haqqani, declaró que “Las personas que corren al aeropuerto de Kabul para escapar son un insulto para el país”.
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