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Desde hace un mes, los habitantes de la isla española de La Palma viven en el tiempo con la erupción de la Cumbre Vieja. 1.400 edificios fueron destruidos y 7.000 personas evacuadas de este territorio del archipiélago canario. Según los expertos científicos, los flujos de lava seguirán existiendo.
Desde hace 29 días y noches, Cumbre Vieja arroja su furor a diario en La Palma, en las Islas Canarias (España), sin dar señales de ralentización. El perímetro de seguridad se está ensanchando y 7.000 víctimas se han visto obligadas a desplazarse.
Se tragaron al menos 65 empresas. El volcán paraliza la actividad económica y deja a cientos de personas en situación de desempleo técnico. José Martín, cuya empresa constructora está atrapada en la lava, ahora pasa sus días como voluntario en el centro de ayuda. “No hay más trabajo en la zona del volcán. (…) Todo está parado, no sabemos qué hacer, estamos sobrecargados “, confiesa.
La erupción es monitoreada cada hora por drones bomberos y científicos, que se han convertido en los ojos de una población alerta. “Estamos viendo la completa desaparición de las empresas que eran los motores económicos del sector. (…) Si empezáramos a pensar con el corazón, no podríamos seguir ”., admite José Baretto, de Drones Ticom Solutions.
Cerca de 100 hectáreas de plataneras, el oro económico de la isla, fueron devoradas por la capa de lava cuando no asfixiadas por la ceniza. Se perdería entre el 40% y el 50% de la producción. Los científicos instalados frente al volcán son impotentes. “Desde el primer día nos preguntan cuándo parará. (…) Si lo supiéramos, colgaríamos”, dice Carmen López, geóloga del Instituto Geológico Nacional.
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