La junta birmana sigue reforzando su control sobre Aung San Suu Kyi, quien ha estado bajo arresto domiciliario desde el golpe militar en 1Es Febrero de 2021. La exlíder fue sentenciada el lunes 10 de enero a cuatro años de prisión en parte de su juicio, al final del cual corre el riesgo de décadas de prisión.
Ella tuvo ya condenado en diciembre de 2021 a cuatro años de prisión por violar las restricciones impuestas para combatir la epidemia de SARS-CoV-2, sentencia reducida a dos años por los generales en el poder. La premio Nobel de la Paz de 76 años cumple su primera condena en el lugar donde se encuentra incomunicada desde su arresto hace casi un año.
“El último juicio contra Aung San Suu Kyi es un juicio político”, reaccionó el presidente del comité Nobel, Berit Reiss-Andersen, en un comunicado enviado a la Agence France-Presse (AFP).
“Táctica del miedo”
Aung San Suu Kyi fue declarado culpable de importar ilegalmente walkie-talkies, según una fuente familiarizada con el asunto. Según la fiscalía, este material de contrabando fue descubierto durante un registro realizado en la residencia oficial de Aung San Suu Kyi durante su detención. Algunos miembros de ese comando admitieron no tener orden judicial para realizar el operativo, según una fuente familiarizada con el asunto.
Un portavoz de la junta, el general Zaw Min Tun, confirmó el veredicto del lunes a la agencia France-Presse, especificando que Suu Kyi permanecería bajo arresto domiciliario durante el juicio.
esta nueva convicción “Todavía en riesgo de reforzar la ira de la población birmana”, reaccionó Manny Maung, investigador de la ONG Human Rights Watch. “Todo el mundo sabe que estas acusaciones son falsas. (…) Los soldados utilizan esta táctica del miedo para mantenerla detenida arbitrariamente “ y sacarlo definitivamente de la arena política, agregó. Sedición, corrupción, incitación al malestar público, fraude electoral … Aung San Suu Kyi ha sido acusada en varias ocasiones durante los últimos meses.
Adicción judicial
Su juicio se lleva a cabo a puerta cerrada ante un tribunal especialmente creado en la capital, Naypyidaw, donde está siendo juzgada junto a uno de sus fieles, el ex presidente de la República, Win Myint, también encarcelado en 1Es Febrero. Varios familiares del exlíder ya han sido condenados a duras penas: setenta y cinco años de prisión para un exministro, veinte años para uno de sus colaboradores. Otros se exiliaron o se escondieron.
El golpe sumió al país en el caos: más de 1.400 civiles fueron asesinados por las fuerzas de seguridad, según una ONG local, y milicias ciudadanas anti-basura tomaron las armas en todo el país.
La influencia política de Aung San Suu Kyi ha disminuido enormemente desde el golpe, con una nueva generación tomando las armas contra la junta y adoptando puntos de vista más progresistas. Pero la hija del héroe de la independencia, un ícono de la democracia durante sus años bajo arresto domiciliario durante dictaduras militares anteriores, ocupa un lugar especial en los corazones birmanos. La condena dictada en su contra en diciembre había “Profundamente enojado y provocó inundaciones de protestas en las redes sociales”, recuerda Manny Maung.
Se cree que al menos 175 personas, incluidos muchos miembros de su partido, la Liga Nacional para la Democracia (LND), murieron en prisión. “Muy probablemente como resultado de malos tratos o actos de tortura”, denunció, a principios de diciembre, la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet. Los generales justificaron su entrada en vigor alegando fraude masivo durante las elecciones de 2020, en gran parte ganadas por la NLD.
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