Tribuna. La tímida entrada en la campaña presidencial de un tema que había pasado bajo la alfombra: ¡la educación superior! Primero, la polémica planteada por el Presidente de la República sobre el tema de la gratuidad de la educación. Luego, una solicitud de la Conferencia de Directores de las Escuelas de Administración Francesas (CDEFM) para la exención de las tasas de matrícula para estudiantes privados.
Finalmente, algunos artículos que describen “la salud insolente de la educación superior privada” en Francia (El mundo “Campus” del 17 de enero de 2022), gracias por un lado al aprendizaje, en gran parte financiado con fondos públicos, y por otro al desatornillamiento de la universidad que no supo reaccionar bien y con rapidez a los nuevos dones impuestos por la pandemia y los confinamientos.
Entonces: ¿pagar o no pagar para estudiar? Cuando haces la pregunta, Francia se divide en dos. Hay quienes para quienes la educación gratuita no es negociable, ya que ven la educación como un bien común. Sin embargo, no se puede convertir en dinero un bien común: la educación, como la justicia, el agua o el sol. El resto está dispuesto a pagar porque ven la educación como una inversión, es decir, construir un futuro mejor para sus hijos.
Las múltiples formas de pagar la educación
Francia practica la educación gratuita para el mayor número, otros países han hecho otras elecciones, siendo Estados Unidos el ejemplo más conocido de educación pagada con aquellos padres que ahorran desde el jardín de infantes para pagar un buen colegio y una buena universidad, o aquellos estudiantes que van en décadas de deudas para pagar su matrícula (se dice que los Obama terminaron de pagar sus préstamos estudiantiles de la Casa Blanca).
¿Cómo no quedarse estancado en creencias ancladas o posturas ideológicas? En primer lugar, cabe señalar que el tema de lo gratuito y lo pagado no se desarrolla en blanco y negro y que las prácticas reales son mucho más matizadas. Examinemos lo que significa “pagar tus estudios en Francia”. El panel es ancho, puedes:
– estudiar gratis (además de las tasas universitarias) durante cinco o incluso ocho años;
– pagar la matrícula completa: cinco años en algunas escuelas de negocios pueden costar hasta 90.000 euros;
– seguir una formación remunerada pero apoyada mediante trabajo-estudio: aprendizaje o contrato de profesionalización. Ya no es el estudiante quien paga, sino la empresa, ella misma socorrida por las ayudas públicas;
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