¿Hemos proclamado demasiado rápido el fin de la pandemia del SARS-CoV-2? Aunque las políticas de atención médica han cambiado considerablemente y el pasado tan criticado de la atención médica parece haberse quedado en el camino, los virólogos de todo el mundo continúan analizando los mecanismos de la evolución del virus. Y si se afinan las líneas de investigación, queda denso el misterio en torno a las condiciones de surgimiento de las preocupantes variantes, cuyo riesgo no ha sido descartado.
Desde la aparición del virus, una interrogante ha animado el pensamiento de los especialistas, ya sea estudiando su genoma, los engranajes que permiten su transmisión y replicación en el cuerpo humano o su sistema de evolución comparándolo con otros virus, especialmente el de la gripe. ¿Cuál es el sistema por el que evoluciona el virus SARS-CoV-2 y qué será de él en la población humana que estaba libre de él hace menos de tres años?
Inicialmente se basaron en la secuenciación de genomas virales circulantes, lo que fue posible gracias a una vigilancia genómica sin precedentes. Con un modelo de referencia a la vista, el virus de la gripe estacional, que evoluciona según un mecanismo conocido como “desplazamiento antigénico”. En una población virgen, no inmune, el virus inicialmente no encuentra ningún obstáculo para su propagación, pero después de la vacunación o la infección, la inmunidad del rebaño disminuye y el virus evoluciona gradualmente.
Variantes altamente mutadas
Al menos eso es lo que le sucede al virus de la gripe estacional y dirige su evolución en la población humana. A medida que aumenta la proporción de personas inmunizadas, la variante dominante contra la que se dirige inicialmente la inmunidad se propaga con menor rapidez, dando gradualmente la ventaja a las variantes virales que son menos sensibles debido a pequeñas modificaciones de las regiones proteicas. virus después de las mutaciones. Por lo tanto, el virus puede persistir en la población y los expertos confían en el conocimiento de este fenómeno para intentar predecir la próxima variante dominante de la gripe.
Durante los primeros meses de la pandemia de SARS-CoV-2, la vigilancia genómica reveló un fenómeno similar, y los virólogos comenzaron a monitorear mutaciones recurrentes que afectaban a la proteína espiga, como la mutación en la posición 484 que parecía presagiar la adaptación del virus a el sistema inmunitario población. Hasta que otro fenómeno interfiere con este para frustrar sus predicciones, la repentina aparición de variantes altamente mutadas no derivadas de las variantes dominantes.
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