sábado, noviembre 23, 2024
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En Lisboa, 1.000 hectáreas de paraíso verde en el corazón de la ciudad

reporte“Los Heraldos de los Bosques” (6/6). En la capital de Portugal, Monsanto ofrece una gran extensión de pinos y robles. Un bosque urbano creado hace 85 años, pero se siente como si siempre hubiera estado allí. Visita con el ingeniero forestal Fernando Louro Alves.

En el oeste de Lisboa, se extiende sobre 1.000 hectáreas, un magnífico bosque, el de Monsanto. Olas de pinos, robles y eucaliptos cubren las alturas de la ciudad portuguesa elegida “capital verde europea” en 2020. Incluso el astronauta Thomas Pesquet, de la Estación Espacial Internacional, la elogió en las redes sociales. Cubriendo una décima parte de la superficie de la ciudad, esta vasta zona boscosa es conocida solo por unos pocos turistas. Todos los días, los lisboetas se adentran en el corazón de este precioso pulmón para salir a correr, pasear al perro o tomar la carretera que lo atraviesa.

Fernando, en el Parque Florestal de Monsanto, en Lisboa, el 6 de abril de 2022.

El bosque urbano es una paradoja, una fórmula abusada por muchos alcaldes que quieren comunicar sobre la calidad de vida en su ciudad. Berlín tiene uno. Lisboa también, por tanto, y ésta parece haber formado parte de la decoración desde siempre. En realidad, Monsanto no tiene cien años. Nació en 1938 de un proyecto un tanto loco, como recuerdan sus visitantes por los paneles rojos, en una época en la que no se hablaba de combatir la contaminación. “La ilusión de un bosque viejo funciona porque, en noventa años, los hombres han hecho un trabajo sobre los árboles y la vegetación que la naturaleza podría haber hecho sola… pero en cinco mil años”comenta con orgullo Fernando Louro Alves, responsable de la gestión de Monsanto en el Ayuntamiento de Lisboa.

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Ningún rincón de este parque, donde practica desde hace cuarenta años, no tiene secretos para él. Cada mañana, este guardabosques de 62 años sigue maravillándose con la aparición de una de las 23 especies de orquídeas silvestres que allí florecen, prueba de la vitalidad del ecosistema. Deja que los 10.000 alcornoques, el árbol emblemático de Portugal, vivan en paz. sin despojarlos de su caparazón, como se hace en otras partes del país, para recuperar el preciado corcho. Las grietas perturban la calma de la maleza. Fernando Louro Alves inmediatamente levanta la cabeza hacia el dosel, buscando ardillas: “Son muy buenos para esconderse en estos pinos carrascos. Les encantan sus manzanitas que no les hacen daño en los dientes”.ríe el ingeniero.

expropiaciones brutales

Este frondoso bosque urbano nació en territorio hostil. “La Serra de Monsanto, esa montaña que domina la ciudad, cobijada a principios de siglo.y siglo de tierras áridas agotadas por actividades de pastoreo”, dice Fernando Louro Alves. Pero en 1934, un tal Duarte Pacheco, ingeniero y político, influenciado por el trabajo de geólogos y silvicultores, se imaginó reforestando estas montañas. “Las creencias de Pacheco estaban guiadas por una ideología de la salud de orientación higienista resumida en la fórmula ‘mens sana in corpore sano'”explica Fernando Louro Alves.

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Ariadna Frias
Ariadna Frias
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