James Webb revela un nuevo secreto. El poderoso telescopio espacial, lanzado al espacio en diciembre pasado , detectó por primera vez la presencia de CO2 en la atmósfera de un exoplaneta, un planeta fuera de nuestro sistema solar. Un gran descubrimiento que demuestra una vez más la potencia de este telescopio que, en julio, entregó fotos excepcionales de galaxias formadas poco después del Big Bang.
Ubicado a 700 años luz de distancia, el planeta observado, llamado “WASP-39 b”, fue descubierto en 2011. Con aproximadamente una cuarta parte de la masa de Júpiter, está muy cerca de su sol. WASP-39 b pasa con mucha regularidad (da una vuelta en cuatro días), y su atmósfera se alarga.
“Un momento especial”
Para sus observaciones, James Webb usó el método del tránsito: cuando el planeta pasaba frente a su estrella, capturó la pequeña variación resultante en la luminosidad. Luego analizó la luz “filtrada” por la atmósfera del planeta. Las diferentes moléculas presentes en la atmósfera dejan firmas específicas que permiten determinar su composición.
Los antecesores de James Webb, los telescopios Hubble y Spitzer, ya habían detectado vapor de agua, sodio y potasio en la atmósfera de este planeta. Pero James Webb pudo ir más allá gracias a su extraordinaria sensibilidad infrarroja.
Si la vida tal como la conocemos es imposible en WASP-39 b, este descubrimiento respalda la idea de que tales observaciones también se pueden realizar en planetas rocosos, con el objetivo final de determinar si uno alberga condiciones propicias para la vida. “Este primer resultado proporciona información importante sobre la composición y formación del planeta y es un buen augurio para la capacidad del Telescopio Webb para detectar y medir el dióxido de carbono en las atmósferas más delgadas de los pequeños planetas rocosos”, dice el CNRS en un comunicado de prensa.
“Mi primera reacción: wow, realmente tenemos la oportunidad de detectar las atmósferas de planetas del tamaño de la Tierra”, dijo entusiasmada en Twitter la profesora de astrofísica Natalie Batalha, de la Universidad de California, Santa Cruz. “Fue un momento especial, un hito en la ciencia de los exoplanetas”, agregó Zafar Rustamkulov de la Universidad Johns Hopkins, citado en un comunicado de la NASA.
Volver en el tiempo
La agencia espacial estadounidense y sus socios europeos y canadienses tienen grandes esperanzas puestas en James Webb, una joya de la ingeniería valorada en 10.000 millones de dólares. Una de sus principales misiones es la exploración de las primeras edades del Universo gracias a su capacidad de captar la luz emitida por fuentes muy lejanas. En astronomía, ver de lejos equivale a retroceder en el tiempo, ya que la luz observada ha viajado miles de millones de años antes de llegar a nosotros.
La primera imagen captada por este ultrapotente telescopio, presentada por la NASA el 12 de julio, muestra galaxias formadas hace más de 13.000 millones de años. Una imagen colorida y muy detallada que impresionó incluso al presidente estadounidense, Joe Biden, quien calificó este día de “histórico”.
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con AFP
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