Año 2174. En una Francia postapocalíptica, la población, reducida a pequeñas comunidades dispersas en colonias subterráneas, sólo tiene recuerdos de civilizaciones pasadas, cuyos “despachadores” recogen recuerdos durante arriesgados viajes por las entrañas de la tierra. Entre la temporada de tormentas y los perros salvajes que deambulan por los túneles, abundan los peligros. En este contexto, la teniente Julie Nils (Clémence Poésy), de la Seguridad Regional, es llamada a investigar una masacre en el pueblo de Rahart. Pero la desaparición de una expedición en la vecina comunidad de Odraz la lleva, ayudada por Paul (Jean-Baptiste Maunier, un cobarde radioaficionado) a descubrir un problema mayor.
“Mentiras, asesinatos, experimentos inhumanos y monstruos que acechan en las sombras”, prometía el tráiler. No mentía: el ambiente es pesado, la tensión muy bien representada por el trabajo sonoro de Jean-Baptiste Jeannot, en particular los efectos sonoros y las voces que circulan por los conductos de ventilación y la música que podría haber inspirado un de profundis , una oración por los muertos recitada en los entierros. “Tenemos la impresión de escuchar la banda sonora de una película real”, subraya Dominique Pinon, que hace un papel secundario. La serie recuerda al cuento de George RR Martin “In the House of the Worm”, o la obra de teatro “Alone in the Dark”. Cortada de forma muy cinematográfica, podría ser adaptada para televisión o plataformas, si la presentación que hizo su creador, Franck Gombert, en el festival Series Mania pudiera convencer a un productor… Negocio a seguir.
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