Aparte de negar el impacto del calentamiento global y hacerse eco de la teoría descabellada de las estelas químicas, ya ampliamente negada, este rumor no tiene respaldo científico. Por un lado, este elemento científico no es capaz de absorber humedad, como pueden pensar los seguidores de esta teoría. Además, en meteorología, dicho agente tiene el efecto contrario. Permite que el vapor de agua se condense más fácilmente… Y por tanto aumenta el riesgo de lluvia. Como prueba, es esta técnica la que las autoridades japonesas quisieron utilizar para los Juegos Olímpicos de 2008. Queriendo a toda costa no estropear la ceremonia inaugural del evento, rociaron el cielo con yoduro de dinero para adelantar la precipitación. A “programa de modificación del clima” que movilizó a más de 30.000 personas, 7.000 cañones antiaéreos, 5.000 lanzacohetes y una treintena de aviones, concretados en particular Le Figaro en el momento.
Porque además de la barrera química, esta idea también es inconcebible desde el punto de vista logístico. Tratar de absorber una nube con aerosoles requeriría un dispositivo mucho más grande que los aviones discretos. En una publicación de Twitter sobre esto, un meteorólogo español hizo una comparación muy visual. Eliminar una nube química requeriría que el dispositivo esparciera el equivalente a cuatro estadios de fútbol.
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