El compositor navarro Agustín González Acilu falleció ayer en Madrid a los 94 años. Acilu descubrió su pasión por la música a los 10 años cuando escuchó una banda militar en su pueblo natal, Alsasua. Aprendió solfeo y música de la mano de Luis Taberna, el organista de la parroquia local.
A los 13 años se unió a la banda del pueblo y trabajó en una fundición al mismo tiempo. Pero a los 20 años, decidió dedicarse por completo a la composición y se enroló en la Banda de Música del Ejército del Aire para poder estudiar en el Conservatorio Superior de Música.
En busca de respuestas sobre estética y forma musical, en 1960 viajó a París, Roma y Venecia. Estos viajes resultaron ser una gran influencia en su carrera.
En 1978 se unió al Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, donde enseñó hasta su jubilación. Además, fue miembro fundador de la Asociación de Compositores Sinfónicos Españoles-ACSE en 1976.
Acilu estuvo casado con Carmen Ribot y tuvo tres hijas, quienes también siguieron carreras relacionadas con la música.
A lo largo de su vida, recibió reconocimientos como el Premio Nacional de Música y el Premio Príncipe de Viana. Ambos galardones destacaron su contribución única y significativa al mundo de la música.
Su estilo de composición fue considerado novedoso y significativo en la música vocal. Sus discípulos y amigos siempre destacaron su ética de trabajo, humildad y capacidad creativa impresionante.
En un discurso emocionante al recibir el Premio Príncipe de Viana en el monasterio de Leyre, Acilu habló sobre la importancia de la libertad en su obra. Para él, la libertad era un valor fundamental en la música, ya que permitía a los compositores expresar su visión de forma auténtica y sin limitaciones.
El fallecimiento de Agustín González Acilu deja un vacío en el mundo de la música española, pero su legado perdurará a través de sus composiciones y el impacto que tuvo en sus estudiantes y seguidores. Su contribución a la música y su pasión por su arte siempre serán recordadas y apreciadas. Descanse en paz.
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