El impacto económico y productivo que ha generado COVID-19 en el mundo es indiscutible. Pero hay otro factor que afecta la productividad de las personas: el estrés que provoca esta nueva normalidad.
Como las familias permanecen juntas todo el día en casa, con cambios constantes en el horario laboral y escolar, una rutina diaria inconsistente puede aumentar la ansiedad e interrumpir la alimentación saludable.
Esta incertidumbre puede aumentar el estrés, lo que a su vez puede dañar los planes de alimentación saludables y dañar el cuerpo, afectando el sistema inmunológico y dificultando aún más la protección contra las enfermedades, dice Susan Bowerman, Directora Senior de Educación y Nutrición de Herbalife. Capacitación en nutrición global.
Y dado que un sistema inmunológico saludable depende de una dieta rica en nutrientes, una buena nutrición es una de las mejores defensas contra las enfermedades.
Sin embargo, es más fácil decirlo que hacerlo, reconoce Bowerman.
El estrés también puede causar fatiga o depresión; Por lo tanto, la alimentación saludable puede ocupar un segundo lugar en relación a las comidas rápidas o reconfortantes, generalmente cargadas de grasa, sal y azúcar. Y si elige la cafeína para combatir la fatiga, también puede fallar porque perturba el sueño.
Estos alimentos reconfortantes y ricos en calorías pueden estimular la liberación de ciertas sustancias químicas en el cerebro que nos hacen sentir bien, al menos a corto plazo, y que queremos seguir comiendo.
Pero se desarrolla un círculo vicioso: comer en exceso puede provocar un aumento de peso, acentuar el estrés psicológico y, a su vez, puede seguir comiendo en exceso.
Aunque no puede eliminar el estrés, puede seguir estos cinco consejos que le ayudarán a controlar su respuesta a la enfermedad.
• Elija comidas balanceadas. Trate de incluir proteínas magras, como pollo, huevos, productos lácteos bajos en grasa, carnes magras, pescado, verduras o productos de soya, en cada comida. La proteína apaga el hambre y le ayuda a mantenerse alerta mentalmente. Complete la comida con frutas y verduras frescas y cereales.
• Coma con regularidad y no se salte las comidas. Cuando está estresado, es fácil posponer u omitir las comidas, pero esto reducirá sus niveles de energía y puede terminar comiendo en exceso cuando finalmente coma. Si el estrés le quita el apetito, intente comer porciones más pequeñas con más frecuencia durante el día.
• Evite el uso de alimentos para reducir el estrés. En cambio, una caminata rápida o una taza de té de hierbas pueden ayudar. Si tiene ganas de comer, los alimentos duros y crujientes ayudan a aliviar el estrés al ejercitar los músculos tensos de la mandíbula. Intente comer un puñado de almendras, soja o zanahorias pequeñas como refrigerio.
• Reduce la cafeína. Cuando las personas están estresadas, a menudo les falta energía y recurren a la cafeína como energizante, pero esto puede interrumpir el sueño. Si la cafeína lo mantiene durmiendo por la noche, beba café y té descafeinados.
• Trate de hacer de la comida un momento agradable, lejos del trabajo y de otras fuentes de estrés. Si come en la mesa mientras trabaja o paga facturas durante la cena, algo debe cambiar. Reserve un poco más de tiempo para calmarse y relajarse mientras come; es probable que coman menos y se diviertan más.
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