Un inmenso esfuerzo industrial, una asociación sin precedentes y una preocupación común: China. Dieciocho meses después de la formación de la alianza Aukus entre Estados Unidos, Reino Unido y Australia, los líderes de los tres países se reunieron este lunes 13 de marzo en la base naval de Point Loma en San Diego (California). El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, el primer ministro australiano, Anthony Albanese, y su homólogo británico, Rishi Sunak, han revelado las etapas de un plan para desarrollar submarinos de propulsión nuclear y armas convencionales que unirán a sus países a largo plazo.. “Un día histórico” saludó al presidente estadounidense.
En particular, los tres países unirán sus fuerzas para fabricar una nueva generación de sumergibles de ataque, denominada SSN-Aukus. A partir de este año, con fines de entrenamiento, se desplegará personal australiano en submarinos estadounidenses y británicos, que también harán más rotaciones en Australia.
A partir de principios de la década de 2030, una vez que el Congreso de EE. UU. haya dado su aprobación, EE. UU. tiene la intención de transferir a Australia tres submarinos usados de clase Virginia, “con posibilidad de vender dos mas si es necesario”, especifica el comunicado de prensa conjunto. Un formidable primer desafío industrial. Washington invertirá 2.400 millones de dólares (unos 2.200 millones de euros) en sus emplazamientos industriales dedicados y 2.200 millones en el mantenimiento de sumergibles en Virginia, entre 2023 y 2027.
Solo en una segunda fase, Canberra recibirá nuevos submarinos, los SSN-Aukus, con diseño británico, pero con tecnologías estadounidenses a bordo. Hasta ahora, Washington solo ha compartido este equipo con Londres.
Tres “democracias marítimas” frente a China
A fines de la década de 2030, el Reino Unido tendrá que entregar el primero de su fabricación en Canberra. Habrá que esperar hasta principios de la década de 2040, dentro de veinte años, para que Australia tenga el primer submarino construido íntegramente en su suelo. “Nuestro plan aumenta las capacidades industriales de las tres naciones para producir y mantener submarinos de propulsión nuclear interoperables durante las próximas décadas, amplía nuestra presencia submarina individual y colectiva en el Indo-Pacífico y contribuye a la seguridad y estabilidad mundial”.dijo el comunicado.
Las ambiciones son impresionantes, pero su realización llevará décadas, lo que plantea serias dudas sobre las capacidades industriales, militares y financieras de los tres países para enfrentar el desafío. La ausencia de financiación común en el comunicado oficial y el reparto de compromisos entre cada capital refuerza este cuestionamiento.
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