El ser humano ha mantenido un estrecho vínculo con diversas especies animales desde la domesticación de las primeras cabras hace aproximadamente 7,000 años. Esta relación ha permitido la existencia de productos como las natillas y los nuggets de pollo, que forman parte de nuestra dieta diaria. Sin embargo, también ha llevado a la propagación de enfermedades como la rabia, la enfermedad de las vacas locas y el virus de la influenza.
La influenza A, también conocida como gripe A, es una enfermedad infecciosa que principalmente afecta a poblaciones porcinas, pero también se contagia fácilmente entre personas. Aunque el virus está presente todo el año, la mayoría de los brotes ocurren en los meses de invierno, como el actual, lo que ha llevado a un aumento significativo en los ingresos hospitalarios en solo una semana, aproximadamente un 60%.
A pesar de que la tasa de mortalidad de la influenza A es baja, entre el 1% y el 4%, su morbilidad, es decir, el número de personas enfermas en un lugar y tiempo determinado, es alta, llegando a aumentar la incidencia del virus hasta en un 75%. Los síntomas más comunes de la gripe A incluyen fiebre, tos, dolor de cabeza, falta de apetito, congestión nasal, náuseas y vómitos. Sin un tratamiento adecuado, la enfermedad puede generar complicaciones respiratorias graves e incluso llevar a la muerte.
Es importante mencionar que la gripe es una infección autolimitada, lo que significa que los síntomas suelen aparecer aproximadamente dos días después de la infección. Durante las primeras 48 a 72 horas, hay una mayor concentración del virus en el organismo, lo que aumenta el potencial de contagio. Los contagios se producen principalmente a través de gotitas expulsadas al hablar, toser o estornudar. Por lo tanto, se recomienda evitar compartir objetos que se lleven a la boca con personas infectadas, ventilar los espacios cerrados y lavarse las manos con regularidad.
Tanto los niños como las personas con sistemas inmunológicos debilitados son más propensos a padecer la gripe durante más tiempo y son más contagiosos. Los niños tienen hasta tres veces más riesgo de enfermarse de influenza que las personas mayores de 65 años, quienes tienen mayor probabilidad de ser hospitalizadas. Además, los ancianos pueden experimentar síntomas de dificultad respiratoria y neumonía, mientras que los jóvenes pueden padecer síntomas hasta tres semanas después de la infección y sufrir más infecciones de oído y molestias abdominales.
Según el presidente de la Sociedad Española de Inmunología, el pico de la pandemia de influenza A aún no se ha alcanzado y se espera que llegue en las próximas dos semanas. Por lo tanto, es fundamental que la población tome las medidas necesarias para prevenir la propagación del virus y proteger su salud y la de los demás.
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