Después de tres semanas difíciles, Ahmed, de 27 años, que llegó a Andalucía en barco, decidió viajar a San Sebastián con la esperanza de encontrar una situación mejor. “Al cruzar la frontera con Francia, pensé que hablábamos francés, pero nada. Además del español, conocí el euskera ”, dice en un español muy fluido, que mejora con los cursos en la escuela de idiomas a la que se incorporó gracias al programa social ‘Lehen Urratsa’ del gobierno vasco.
Al llegar, Ahmed, sin medios y sin conocimiento de la ciudad, deambulaba por la calle y “dormía en las estaciones de autobuses”, confiesa el El diario, en presencia de Ahjab Amari, trabajador social que lo acompaña desde que ingresó en una de las casas de Zabalduz en Usurbil. “Los peores fueron los primeros días. Todo es nuevo, no tienes papel y tienes mucho miedo a la policía ”, recuerda.
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A pesar de todas estas dificultades, el joven marroquí no dejó de luchar. “Incluso obtuvo su licenciatura”, dice con orgullo Ahjab, quien lo ayuda a regularizar su situación a diario y obtener los documentos necesarios. “Aprovecha al máximo el programa”, dice la educadora social, quien asegura haber sacado “muy buenas notas” en su primer año de estudios, que fue particularmente complicado.
Hoy, Ahmed es optimista sobre su futuro. Su próximo reto es obtener la equivalencia de años de estudios convalidados en Marruecos para continuar sus estudios de posgrado en programación y mecánica y realizar prácticas que puedan derivar en un puesto de trabajo.
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