El papa Francisco inauguró la “Casa de La Misericordia” en Ulán Bator, Mongolia, como parte de su visita apostólica a este país. La casa, que se ocupará de los más necesitados, víctimas de violencia y migrantes, servirá como refugio temporal para mujeres y menores que huyen de la violencia.
Durante la inauguración, el papa aseguró que la Iglesia católica no hace proselitismo y destacó la importancia de la caridad en el progreso de las naciones. Asimismo, animó a los ciudadanos de Mongolia a comprometerse en el voluntariado, señalando que no es necesario ser rico para hacer el bien.
El pontífice desmintió el mito de que la Iglesia realiza obras sociales con el objetivo de atraer más fieles, asegurando que la Iglesia va adelante por atracción. Además, destacó que las iniciativas benéficas deben conservar la frescura de las obras de caridad.
La “Casa de La Misericordia” también funcionará como lugar de primeros auxilios para personas sin hogar, proporcionándoles atención médica y apoyo en situaciones de emergencia.
Tras su visita a Mongolia, el papa Francisco regresó a Roma, dejando tras de sí un mensaje de compasión y solidaridad hacia los más necesitados. La apertura de la “Casa de La Misericordia” en Ulán Bator es un ejemplo evidente del compromiso de la Iglesia católica con los más desfavorecidos y su labor incansable por promover la justicia y la paz en el mundo.
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