“Después de doscientos catorce años, logramos tener un gobierno del pueblo, el gobierno del pueblo con las manos callosas, del pueblo de a pie, ¡que no es nada! » Fue con este vibrante discurso que Francia Márquez, la vicepresidenta electa el 19 de junio, celebró la primera victoria de la izquierda en Colombia, históricamente gobernada por la derecha. Un país que no hace las cosas a medias: Gustavo Petro, que asumirá el 7 de agosto como jefe de Estado, fue un guerrillero en su apogeo -hace más de treinta años- y Francia Márquez es una activista negra, feminista y ecologista. , del movimiento social popular y de origen modesto.
Su elección constituye una ruptura simbólica en este país profundamente desigual y racista, donde el anticomunismo y el miedo al castrochavismo siguen vivos, alimentados por la persistencia de los movimientos armados y el colapso económico de Venezuela.
Y mientras espera saber si el candidato del PT, Lula, será elegido en octubre en Brasil, confirma el giro a la izquierda en la región, después de México, Argentina, Bolivia, Perú, Honduras y Chile.
“Estamos asistiendo a una segunda alternancia progresista e izquierdista que se hace eco de una primera ola de principios de la década de 2000”, observa Stéphane Witkowski, presidente del Consejo de Orientación Estratégica del Instituto de Estudios Avanzados de América Latina. La llamada “ola rosa” vio, a raíz de la elección de Hugo Chávez en Venezuela en 1999, las de Lula en Brasil, Néstor Kirchner en Argentina, Tabaré Vázquez en Uruguay, Evo Morales en Bolivia, Michelle Bachelet en Chile, Rafael Correa en ecuador Antes del regreso de un conservador, incluso reaccionario, bien entrada la década de 2010.
Atención al medio ambiente
“Esta nueva ola progresista puede explicarse por los movimientos sociales de 2019 y el descontento generalizado contra las políticas neoliberales que excluyeron a gran parte de la población”, destaca César Rodríguez Garavito, profesor de derecho en la Universidad de Nueva York y coautor del libro La Nueva Izquierda en América Latina (2005, sin traducir).
Descontento reforzado por la crisis sanitaria vinculada a la pandemia, que amplió aún más las desigualdades: la pobreza extrema cayó en la región del 13,1 % al 13,8 % entre 2020 y 2021, “una retrospectiva de veintisiete años”, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas. Para María Victoria Murillo, directora del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Columbia en Nueva York, es “más una ola de descontento y una victoria de la oposición que una ola de izquierda”.
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