REPORTE – California registra un resurgimiento de cruces ilegales tras una “calma” de varios años, debido al fortalecimiento de la frontera pero también a su configuración urbana.
Enviado especial a San Diego (California) y Arivaca (Arizona)
La doble fila de vallas altas en el centro de detención de inmigrantes en Otay Mesa, la frontera más oriental de San Diego (California), está electrificado y rematado con alambre de púas. A pocos kilómetros de tijuana del mexicano, el penal, administrado por la empresa privada Core Civic, está ubicado en una especie de zona industrial desierta, no lejos de un gigantesco almacén de amazon🇧🇷 Allí pueden estar detenidos hasta 1.500 migrantes (unos 250.000 de ellos están encarcelados en los 637 centros de detención similares que hay en el país) mientras esperan que la justicia decida su destino: expulsión o asilo político.
En las entrañas del centro de detención hay cinco juzgados de inmigración. En esta tarde de octubre, el juez EH Robinson debe decidir el destino de dos armenios, un ghanés, un indio y un nicaragüense, todos con uniformes de presos, todos con aspecto de oprimidos. Sus posibilidades de que se le permita permanecer en Estados Unidos
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