Los investigadores encontraron que una versión modificada de un gen es más resistente al frío. Esto afectaría a 1.500 millones de personas en todo el mundo. Quizá eres uno de ellos …
Un gen que protege contra el frío. Este es el sorprendente descubrimiento realizado por seis investigadores lituanos que acaban de publicar su estudio en l’American Journal of Human Genetics.
Estos científicos encontraron que los portadores de una variante de un gen eran más resistentes al frío. Eso afectaría a 1.500 millones de seres humanos …
El origen de este gen
Hay que retroceder un poco en el tiempo para comprender cómo se propaga este gen. Hace más de 50.000 años, cuando los humanos emigraron de África a los climas más fríos del centro y norte de Europa, una versión específica de uno de nuestros genes se consolidó y se extendió. Hasta el punto de llegar a 1.500 millones de personas en la actualidad.
Este es el gen ACTN3, cuya modificación da como resultado la pérdida de una proteína muscular llamada alfa-actinina-3. Y ahí es donde entran los investigadores.
Ellos explican que “Esta variante no causa enfermedad, pero sin embargo afecta el rendimiento deportivo durante actividades que requieren fuerza muscular o correr”.
Son conscientes de que a veces un gen se propaga sin una razón específica, solo por casualidad: “Esto se llama deriva genética. ” Pero los investigadores querían saber más proponiendo una hipótesis: ¿y si esta modificación muscular resistiera mejor el frío?
Realización del estudio
Para llevar a cabo el experimento, los científicos reclutaron a 42 hombres adultos, con o sin la variante, en la ciudad de Kaunas, en Lituania. Hombres de 18 a 40 años, con estilo de vida urbano, buena salud, moderadamente activos, es decir, practicando menos de 2 horas de deporte a la semana.
El experimento consistió en sumergirlos hasta el cuello en agua a 14 ° C por periodos de 20 minutos, intercalados con intervalos de 10 minutos. Luego se controló la temperatura rectal, para interrumpir el experimento tan pronto como descendiera a 35,5 ° C, o hasta que hubieran pasado dos horas en el agua.
Conclusiones
Los números son claros: el 69% de las personas con la variante pudieron mantener su temperatura corporal a 35,5 ° C durante dos horas, en comparación con solo el 30% de aquellos cuyo ACN3 funcionaba correctamente.
Los investigadores monitorearon tres tasas para los propósitos de su experimento: frecuencia cardíaca, absorción respiratoria y espiración. Luego pudieron observar que el consumo de energía inducido por el frío “Fue más alta en 42 hombres, pero la deficiencia de α-actinina-3 mostró una protección superior contra la temperatura corporal durante el estrés por frío agudo”.
En otras palabras, las personas con la variante tienen mejor tolerancia al frío gracias a las fibras musculares que se contraen lentamente. “Estas fibras generan calor. Las personas con deficiencia de actinina-3 no tiemblan cuando se exponen al frío. “
Claro, pero esta ventaja todavía tiene una desventaja: el rendimiento deportivo se reduce, especialmente las actividades que requieren fuerza muscular o correr. Frío o atlético, ¡tienes que elegir!
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