estudiantes de humanidades y ciencias sociales, entre la ira y el desánimo

¿Ignorado? ¿Olvidado? Dado que Frédérique Vidal, ministra de Educación Superior, denunció, el 14 de febrero, la «Gangrena» del’«Islamo-izquierdismo En la universidad, las voces de los principales interesados ​​permanecieron inaudibles. Ellos, los casi 300.000 estudiantes de humanidades y ciencias sociales, o el 20% de la población activa, quedan al margen de un debate que prospera a través de foros asumidos inmediatamente por un campo u otro.

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Se lanzan palabras sobre la marcha, como «interseccionalidad», «racializado» o «descolonial», en relación con investigaciones y enseñanzas sospechosas de ser el caballo de Troya de un activismo que se dice que ha «Rompió la República en dos», en palabras de Emmanuel Macron, en junio de 2020.

En los anfiteatros de la sociología, la psicología, la antropología, la lingüística, la historia o la demografía, que se encuentran entre las disciplinas de este vasto campo de estudio del comportamiento humano, el eco que devuelven los estudiantes dibuja una realidad más matizada.

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«El gobierno lleva el conocimiento científico al altar de la opinión pública porque es más fácil combatirlo a este nivel que académicamente», señala Martin, estudiante de maestría en ciencias sociales en la Ecole normale supérieure (ENS) y la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales (EHESS). Caricaturizando nociones tomadas del debate científico, el campo político negaría a la universidad como lugar de disputa colegiada, libre de presiones externas y garante del rigor metodológico.

La confusión entre el debate mediático y la disputa académica es parte de una tendencia fundamental denunciada por el colectivo de académicos Rogue ESR, quien enfatiza que “Es en los márgenes de la universidad donde ahora se concentran las polémicas”. Después de «Lógica de marca», muchos establecimientos han alentado «Operaciones de comunicación compuestas por» grandes conferencias «,» clases magistrales «,» concursos de elocuencia «y otras» lecciones «», abriéndose a un público más amplio pero evitando disputas colegiales.

«Sentimos que tenemos un lugar bastante extraño»

En consecuencia, el carácter militante de determinadas ideas parece estar ligado a la universidad, desdibujando las pistas sobre el origen y vigencia del conocimiento científico. “Entiendo que la frontera con el activismo puede preocupar, Prosigue Martin. Pero necesita saber cómo marcar la diferencia cuando una palabra se usa en la ciencia y en la vida cotidiana. «

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