¿Pronto el final de un símbolo difamado? El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, quiere cerrar la icónica prisión de Guantánamo antes de que finalice su mandato, dijo la portavoz de la Casa Blanca el viernes 12 de febrero. El demócrata asume así una promesa de campaña de Barack Obama, que nunca pudo cumplir por falta de compromiso con el Congreso.
Cuando se le preguntó en una conferencia de prensa sobre un posible cierre de la prisión de Guantánamo durante el mandato de Joe Biden, la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, dijo: “Este es ciertamente nuestro objetivo y nuestra intención”. “Luego iniciamos un proceso con el Consejo de Seguridad Nacional (…) para trabajar con las distintas agencias federales y evaluar la situación actual (…), que heredamos del gobierno anterior”., ella añadió.
Durante su campaña presidencial de 2016, Donald Trump mostró su voluntad de mantener abierta la prisión de Guantánamo y “para llenarte de malos”. El republicano mantuvo esta posición una vez elegido. Algunos detenidos ya habían recibido la promesa de su liberación de Guantánamo bajo su predecesor demócrata Barack Obama.
La prisión militar acoge a los presos vinculados a la “guerra contra el terrorismo” incluido el pakistaní Khaled Sheikh Mohammed, autoproclamado autor intelectual de los ataques del 11 de septiembre de 2001. Todavía alberga a unos 40 detenidos, 26 de los cuales se consideran demasiado peligrosos para ser liberados, pero las demandas se prolongan debido a la complejidad de sus archivos.
El ejército estadounidense, bajo la presidencia de George W. Bush, rápidamente construyó este centro de detención en una base naval perteneciente a Estados Unidos, en el extremo oriental de la isla de Cuba. Este enclave de 117 km2 (de tan solo 49 km2 de tierra) fue cedido por Cuba a Estados Unidos en 1903, para agradecer a su poderoso vecino su ayuda en la guerra contra los españoles.
Los primeros veinte internos llegaron el 11 de enero de 2002, pocas semanas después de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Desde entonces, esta prisión ha personificado, en todo el mundo, los excesos de la lucha contra el terrorismo en Estados Unidos. Las imágenes de prisioneros con overoles naranja, detrás de alambradas de púas, eran impactantes, al igual que la alimentación forzada impuesta a quienes se negaban a comer.
En el apogeo de su actividad, sobre las brasas del “guerra contra el terrorismo” lanzado por George W. Bush, 780 personas fueron detenidas en Guantánamo por presuntos vínculos con al-Qaeda y los talibanes. Desde entonces, cientos de detenidos han sido liberados o trasladados a su país o a terceros países.
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