No es de extrañar que cada año se vendan unas 180 toneladas. O 1,5 millones de ostras. Y esta temporada navideña, la cabaña ubicada en la carretera nueva, no lejos de la costa de La Tremblade, está alborotada. Los trabajadores de temporada están ocupados trabajando en las estaciones de trabajo. “Para envasar una ostra fácil de abrir, se necesita el triple de personas que para una ostra clásica”, dice Jean-Michel Aimé. Trabajarán 120 personas durante varias semanas. Esto puede ser una preocupación cuando hay escasez de mano de obra, como ocurre actualmente en el mundo del cultivo de ostras. “Esto es lo que me impide vender más volumen hoy porque la demanda está ahí. 🇧🇷
cera vegetal
Para obtener una ostra que sea fácil de abrir, es necesario triturar el molusco un poco por encima del músculo para cavar un pequeño agujero y rellenarlo con parafina comestible (cera vegetal) aplicada con un pincel. Por tanto, la cuchilla entra en la ranura sin forzarla. “Nuestras 20 rectificadoras fueron diseñadas exclusivamente para esta operación”, explica Adrien Aimé. Dos equipos se turnan para ejecutarlos de 7:30 a 12:00 y de 12:30 a 19:00, con un descanso cada dos horas. Las trituradoras han estado funcionando a toda velocidad durante dos semanas. “Entre la molienda y la aplicación de parafina, ponemos las ostras en la clara para un mes de refinación. Les hace bien volver al agua”, añade el ostricultor.
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