Representan uno de los animales más emblemáticos del planeta y están en peligro de extinción. Los elefantes africanos en sabanas y bosques, antes considerados “vulnerables”, ahora son considerados “en peligro” y “en peligro crítico” por expertos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), que actualizó su lista roja el jueves 25 de marzo.
Esta clasificación es el resultado de una evaluación realizada con datos disponibles desde 1960 para 495 sitios repartidos por todo el continente africano. “Usamos modelos estadísticos para estimar la disminución de la población”, explica Kathleen Gobush, jefa del equipo responsable de realizar este análisis. El resultado es claro: el número de elefantes del bosque se ha reducido en más del 86% durante un período de 31 años, mientras que la población de elefantes en la sabana ha disminuido en al menos un 60% en los últimos cincuenta años. En total, el número de individuos se estimó en alrededor de 450.000 en 2016. “Esta clasificación en la lista roja es una señal de alarma muy fuerte, dice Ben Okita-Ouma, director del Grupo de Expertos en Elefantes Africanos de la UICN. Nos dice que si no cambiamos nada, los elefantes pueden extinguirse en la naturaleza. Este es el siguiente paso, pero no queremos llegar allí. “
Por primera vez, la UICN evaluó por separado a los elefantes de los bosques y de la sabana, que antes se consideraban una sola especie. Hubo un consenso de larga data sobre las diferencias morfológicas, biológicas o de comportamiento entre estos animales, pero la evidencia genética que confirma que eran dos especies distintas solo se ha establecido en la última década. La Lista Roja es el inventario más completo del mundo sobre la situación de las especies vegetales y animales, que clasifica en nueve categorías. Actualmente enumera más de 134,425 especies, de las cuales 37,480 están amenazadas.
Conciencia de muchos estados
Para los elefantes africanos, la caza furtiva sigue siendo un importante factor de disminución. El comercio ilegal de marfil alcanzó su punto máximo entre 2010 y 2012. Desde entonces, el fenómeno ha tendido a disminuir, aunque sigue siendo significativo. “Entre 2008 y 2017, hubo entre 1.200 y 1.400 incautaciones por año en todo el mundo, lo que representa unas 45 toneladas de marfil, explica Stéphane Ringuet, director del programa de comercio de vida silvestre del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF). Son volúmenes muy grandes. “
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