¿Qué impacto ha tenido el calentamiento de los océanos en las últimas décadas sobre la distribución de las poblaciones de peces?
Los peces son organismos ectotérmicos: su temperatura interna depende de la temperatura del agua. Si eso cambia, primero tendrá un impacto fisiológico en ellos: cuanto más caliente esté el agua, más rápido madurarán las poblaciones de peces y tenderán a disminuir. Y si su presa no crece tan rápido, algunas poblaciones corren peligro de colapsar.
Luego está el impacto espacial o biogeográfico. Los peces tienen tres opciones. O no pueden hacer nada y sufrirán el cambio climático y verán cómo su número se reduce hasta colapsar. O descienden por la columna de agua en busca de un entorno más ideal, pero eso significa lidiar con más presión y menos oxígeno. O ganarán latitudes más altas. Este es un fenómeno que comenzamos a observar concretamente en la década de 1980 y que se ha acelerado desde entonces. En las costas este y oeste de Canadá, estamos empezando a ver especies tropicales como el pez luna. En Europa, el bacalao es otro ejemplo emblemático: su centro de distribución, que estaba en el Mar del Norte, empieza a trasladarse al Mar de Noruega.
¿Qué tan rápido ocurren estas migraciones?
Se estima que los peces se mueven hacia los polos a una velocidad de 30 km a más de 100 km por década en promedio, dependiendo de la ecología de la especie. Pero estas migraciones crearán mecánicamente efectos de tráfico con atascos que generarán una enorme competencia entre especies. Del lado europeo, todas las especies costeras, por ejemplo, pasarán por las costas noruegas y del lado americano, por los estrechos de Bering y Labrador. Además, en el hemisferio sur, todas las especies costeras quedarán atrapadas en la Patagonia o Sudáfrica, porque las tierras del continente antártico están demasiado lejos para que puedan alcanzarlas. En cuanto a las especies que llegarán a los polos, todavía tendrán que hacer frente a seis meses de noche al año. ¿Serán capaces de adaptarse a él?
Su estudio analizó el impacto de estas migraciones en las poblaciones de peces compartidas entre dos o más países. ¿Cuáles son tus conclusiones?
Más del 30% de las poblaciones de peces del mundo son transfronterizos, ya sea con alta mar o entre varios países. Según nuestras proyecciones, el 23% de estos stocks compartidos cambiarán su distribución natural para 2030, sea cual sea el escenario de cambio climático, que afectará al 78% de las Zonas Económicas Exclusivas (Las ZEE son áreas marítimas ubicadas entre aguas territoriales y aguas internacionales, sobre las cuales los Estados tienen el derecho exclusivo de explotar recursos, nota del editor). Y estos cambios en la distribución aumentarán exponencialmente hasta el 2100, cuando afectarán al 45% de los inventarios y afectarán al 81% de los países del mundo.
Sin embargo, no estamos hablando de especies que representen pequeños intereses económicos, sino del bacalao, el pez espada, el rabil o el atún rojo del Atlántico. Estos últimos se negocian por cientos de miles de euros por individuo, con un récord de millones de dólares en 2019. En términos de ingresos globales, la pesca transfronteriza representó 76 mil millones de dólares (unos 70 mil millones de euros, nota del editor) entre 2005 y 2010.
¿Quiénes serán los estados que se beneficiarán de este nuevo mapeo de los recursos pesqueros y quiénes serán los grandes perdedores?
Mientras más países se ubiquen al norte, más serán ganadores y mientras más hacia los trópicos, más serán perdedores. Esta es la gran paradoja del calentamiento global: los países del Norte, que son los mayores emisores de CO2, son los que menos sufren el calentamiento global y viceversa. En el hemisferio norte, toda la gama de países templados antes del polo, en particular Noruega, Rusia, Canadá y los Estados Unidos, se beneficiarán de estos cambios. En el hemisferio sur, Argentina, Nueva Zelanda y Sudáfrica se beneficiarán por un tiempo de esta nueva ganancia inesperada. Pero la latitud media de algunos de ellos no es tan importante: primero ganarán poblaciones de peces, luego colapsarán a medida que los peces continúen migrando, como en Nueva Zelanda.
Los países del Trópico serán los grandes perdedores, al igual que México, Ecuador, los países mediterráneos y el Cuerno de África. Para 2030, la ZEE de la Guayana Francesa podría perder entre el 43 y el 54 % de sus stocks transfronterizos, las Maldivas del 47 al 61 % y Brasil alrededor del 70 %. Es probable que la situación sea particularmente catastrófica en Filipinas, Indonesia y Micronesia, donde la pesca es el principal recurso.
Sin embargo, hay una dimensión que nuestro estudio no tiene en cuenta: la capacidad de las personas para adaptarse a nuevas especies de peces que pueden llegar y nunca antes han sido exploradas. Por no hablar de la capacidad de las especies para adaptarse a estos nuevos entornos. Nuestro trabajo abarca 9.000 especies, pero hay más de 19.000 en el mundo, la mitad de ellas inexploradas o muy poco exploradas.
“Propensa a ataques de apatía. Evangelista de la cerveza. Café incurable. Experto en Internet”.