UNO Cuando asumió el cargo en 2018, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, o AMLO, como lo llaman sus compatriotas, tenía una tasa de popularidad del 76%. Hoy, casi dos tercios de sus conciudadanos continúan apreciándolo, a pesar de su calamitosa gestión de la pandemia. Sin embargo, tendrían muchos motivos para decepcionarse y, además, son menos asertivos en lo que respecta a su política. La economía se contrajo 8.5% en 2020, la peor desaceleración desde la década de 1930. Para el 47% de los mexicanos, es culpa de AMLO. Y el 52% de ellos desaprueba la forma en que pretende combatir el crimen organizado. Todo esto es un mal augurio para el resultado de las próximas elecciones locales y legislativas previstas para el 6 de junio.
En el frente económico, algunos expertos cuestionan la estrategia de AMLO en términos de inversión extranjera directa. Entre 2018 y 2019, cayeron un 5% debido a un cuestionamiento sistemático de los contratos por parte del gobierno. El ejemplo más llamativo de esta política errática se puede ver en la energía. Decidido a impulsar a los proveedores públicos, intenta aprobar una ley que otorgue al gigante petrolero público Pemex (la empresa del sector más endeudado del mundo) el control de la importación y distribución de combustibles. Este texto también define las bases sobre las cuales las empresas privadas pueden retirar sus licencias.
En cuanto a la pandemia, no ayudó mucho. Con más de 200.000 muertes, México es el tercer país más afectado del mundo. Los ingresos por turismo, que suelen representar el 9% del PIB, cayeron más de la mitad en 2020. Pero AMLO está fuera de cuestión de brindar ayuda a familias o empresas. En enero de 2021, México había dedicado solo el 0,7% de su PIB a la asistencia sanitaria y social, frente al 7,2% de Brasil, por ejemplo. A pesar de todo, el Fondo Monetario Internacional y la Secretaría de Hacienda de México esperan un crecimiento del 5% en 2021, gracias en parte al plan de estímulo del vecino estadounidense y a la campaña nacional de vacunación.
Pero muchos economistas creen que el bajo nivel de gasto hasta ahora impedirá la recuperación. La inversión se encuentra en su nivel más bajo, en relación con el PIB, en un cuarto de siglo. A algunos sectores les va bien, no por el gobierno, sino a pesar de él. Además, el país tiene fortalezas: su población es joven y bordea la economía más poderosa del mundo. La pregunta que debe hacerse AMLO es si la recuperación pospandémica y la locomotora de Estados Unidos tendrán suficiente potencia.
© The Economist – Londres 2021
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