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En la frontera entre Francia y España, una carretera ha sido bloqueada con piedras para detener el tráfico ilegal y la inmigración ilegal. Pero el corte de ruta complica la vida cotidiana de los residentes de la región.
En el corazón de los Pirineos españoles, resuena la voz de Marta Carola. Es hora de comer por tus 300 vacas, criado en semilibertad. Su finca está cerca de la frontera francesa, en el Col de Banyuls (Pirineos Orientales), cerrada al tráfico por rocas. Solía usar este camino dos veces al día para entregar sus mercancías al otro lado de la frontera. “Nos impide ir a nuestro cliente. O suben a buscarlo, que no mola, o tenemos que dar toda la vuelta”.ella testifica.
Bloques saltados
Este cambio le hace perder una hora y media. El pase fue condenado por una orden de la prefectura para combatir el tráfico o la inmigración ilegal. Esta decisión complica la vida de los trabajadores de ambos lados de la frontera. Para podar sus viñedos, un viticultor francés solo cuenta con dos trabajadores, uno de los cuales está jubilado. Desde el cierre del paso ha faltado mano de obra española. Los bloques de piedra se sortean en bicicleta, a pie o en 4×4. ¿Son realmente útiles? Por ahora, el alcalde está presentando un dispositivo que funciona.
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