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En Sri Lanka, el presidente prometió dimitir este fin de semana en medio de una grave crisis económica y social. ¿Tendrán otros países emergentes una suerte similar en los próximos meses?
Sri Lanka fue el primer país en dejar de pagar este año, en abril. Desde entonces, los expertos más alarmistas han advertido del riesgo de una quiebra en cascada. Según la economista jefe del Banco Mundial, Carmen Reinhart, esta perspectiva ya no es una hipótesis, ya es una realidad. En un intento por evitar el incumplimiento y encontrar dinero nuevo, varios países recurrieron al FMI. Es el caso de Ghana, Túnez, Pakistán, tres de los países de mayor riesgo identificados por la agencia Bloomberg. El Salvador y Egipto completan esta lista de los más vulnerables. La agencia de información económica estima que diecinueve países están ahora al borde del colapso. Su número se duplicó en seis meses. Esto afecta a 900 millones de personas.
¿Estos países comparten rasgos comunes con Sri Lanka?
Fueron los repetidos cortes de energía los que hundieron al archipiélago del Océano Índico en una profunda crisis. Las raíces del mal están vinculadas primero a la pandemia que provocó la caída de los ingresos turísticos. Y el mal gobierno del clan gobernante. Pero es el actual contexto económico global el que ha acelerado el descenso a los infiernos. La inflación, ahora al 50%, elevó la factura energética. Debido a la falta de suficientes reservas de divisas, Sri Lanka se vio incapaz de importar suficiente petróleo para hacer funcionar las centrales eléctricas y de pagar su deuda. El impacto del Covid, el peso de la deuda y esta dificultad para importar materias primas esenciales por falta de divisas, este es un patrón que encontramos más o menos en los demás países mencionados.
¿Debemos temer un efecto dominó como en el pasado en Asia o América Latina?
La situación actual es en parte comparable a la crisis de la deuda que azotó a América Latina en la década de 1980. Como hoy, la Reserva Federal subió repentinamente las tasas de interés para combatir la inflación, lo que debilitó a estos países emergentes. México entró entonces en default, arrastrando consigo a los demás países de la región. Pero desde entonces, los países en desarrollo han dado un gran paso adelante. Ciertamente hay eslabones débiles hoy, pero los principales países emergentes, desde India hasta Brasil, pasando por México o Tailandia, son actualmente mucho más resistentes. Tienen cómodas reservas de divisas y una balanza de pagos mucho más equilibrada que hace cuarenta años.
Desde principios de año, el capital ha regresado masivamente de los países emergentes
Cincuenta mil millones de dólares habrían salido de estos países desde principios de año, una caída histórica sin precedentes en diecisiete años. Pero en los países más sólidos, también vemos que los inversores locales en ocasiones se han apoderado de la bolsa, que se ha convertido en los primeros inversores, sobre todo en Tailandia o México. La crisis actual continúa concentrándose en los países más frágiles, donde el poder político es débil y disputado. No es probable que se propague al resto del mundo. Por otro lado, será grave para las poblaciones afectadas, amenazadas por la crisis alimentaria y social. Pueden enfrentar dificultades comparables a las que experimentan los habitantes en un estado de hiperinflación crónica, como Zimbabue, Sudán, Líbano, Siria o Venezuela, países donde la inflación ha superado con creces el 100%, incluso el 200%.
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