Estamos tan acostumbrados a describirlo como una nube que envuelve nuestro sistema solar, y su forma exacta puede ser debatida durante mucho tiempo, que olvidamos que puede haber «nubes» de Oort: una parte «interna» donde se encuentra la atracción del Sol. suficientemente sentido para albergar cometas y asteroides con órbitas regulares, aunque muy largas. Y otra parte, la más lejana, donde el Sol compite ocasionalmente con la fuerza gravitacional de otra estrella. O mejor aún, dos astrónomos especulan sobre un buscar Reciente: los objetos del espacio interestelar, desviados brevemente de su trayectoria al cruzar este disco exterior, pueden permanecer «prisioneros» de la atracción del Sol durante algunos miles de años antes de abandonarlo.
Y en esta última categoría, podría encontrar Oumuamua, este misterioso objeto calificado en 2017 como «primer visitante interestelar», por lo que Borisov, observado en 2019.
La hipótesis de los dos astrónomos explicaría que dos de estos «visitantes» fueron observados en tan poco tiempo; en realidad serían mucho más numerosos, pero la mayoría ha escapado de los telescopios hasta ahora, en parte porque sus trayectorias excéntricas no necesariamente los llevan cerca de la Tierra.
Pero esta hipótesis plantea otras interrogantes: si son tantos, qué masa representa y cómo conciliar esta masa con las teorías sobre la formación del sistema solar, que asumen un mayor número de «residentes». ¿Permanentes «que» visitantes «? O próxima generación telescopios ella podrá detectar Estos objetos se encuentran a miles de miles de millones de kilómetros de distancia o ¿tendremos que depender de otros Oumuamua y otros Borisov?
Pero si hay tantos, uno de los autores, Amir Siraj del Centro Harvard-Smithsonian de Astrofísica, proponer otra hipótesis intrigante: algunos de estos visitantes interestelares pueden ocasionalmente pasar por nuestra atmósfera; a simple vista, nada los distinguiría de los meteoritos «normales», pero un análisis de la atmósfera podría revelar una huella química distinta de los «residentes permanentes» del sistema solar.
Cometa Borisov, visto el 9 de diciembre de 2019 por Hubble. | NASA / ESA / D
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