Es un proceso que popularizó la ciencia francesa en todos los rincones del mundo: desde 1865, la pasteurización ha eliminado microorganismos peligrosos para la salud, como las bacterias. Su principio es calentar líquidos o alimentos entre 62 y 88 grados durante un tiempo determinado y luego enfriarlos rápidamente. La idea que entonces había patentado Louis Pasteur se hizo tan evidente que se hizo difícil proponer otro proceso de descontaminación y que muchos países lo imponen legalmente como única solución sanitaria.
Y, sin embargo, en los últimos diez años, dos franceses han intentado demostrar que podemos hacerlo aún mejor y, sobre todo, más ecológicamente correctos. Consiguieron convencer a conocidos fabricantes de productos lácteos o de alimentos, como Danone, para que adoptaran su técnica, pero sin sobrepasar los quince clientes en todo el mundo. Las cosas pueden cambiar finalmente, gracias a la unción que les acaba de dar Coca-Cola: sus embotelladores europeos comenzarán a equiparse este verano con máquinas diseñadas por BioSafeLight (BSL). Un ejemplo que puede convencer a los reticentes.
Jean-Marie Mascarenhas, director ejecutivo de BioSafeLight. (Brigitte Bouillot)
Para llegar allí, los creadores de BSL no escatimaron esfuerzos. El consejero delegado, Jean-Marie Mascarenhas, era hasta 2017 un especialista en transporte industrial, que dirigía el Grupo Interlog, una empresa de Orleans de 250 personas. Y luego, un día, su vida cambió: “Yo tuve
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