Sábado 19 de junio de 2021 ((rezonodwes.com)) – Crisis económicas como las que actualmente afectan a América Latina y el Caribe tienen efectos prolongados en la estructura del empleo, con el riesgo de exclusión permanente de muchos trabajadores de la economía formal, dice un nuevo informe del Banco Mundial.
La pandemia de COVID-19 está afectando duramente a los trabajadores poco calificados y exacerbando las ya importantes desigualdades en la región, según el informe titulado EMPLEO EN CRISIS: El camino hacia mejores empleos en un post-Covid-19 en América Latina. Los trabajadores poco calificados a menudo se ven obligados a aceptar salarios más bajos durante diez años después de una crisis, mientras que la situación de los trabajadores calificados se recupera rápidamente. Por lo tanto, las políticas de empleo deben tener como objetivo proporcionar redes de seguridad social y oportunidades de reciclaje, mejorando al mismo tiempo el entorno macroeconómico y empresarial para garantizar un crecimiento económico sostenible e integrador.
“La idea de que los empleos se recuperarán con la recuperación económica a menudo no se corresponde con la realidad, pero no es inevitable, Nota Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe. Con las políticas adecuadas, podemos limitar el impacto de las crisis en el empleo y fomentar la creación de más puestos de trabajo una vez que comience la recuperación. “
Como vimos al final de los principales shocks que han sacudido a la región en las últimas décadas, las consecuencias de las crisis en América Latina y el Caribe son duraderas y dejan huellas profundas en el ámbito del empleo. Por ejemplo, los datos de empleo para los períodos de pre y post crisis de la deuda de Brasil, los efectos de la crisis financiera asiática en Chile y el impacto de la crisis global de 2008-2009 en México muestran que la recuperación no ha sido rápida. En los tres casos, la curva de empleo se desarrolló muy desfavorablemente como consecuencia de estas crisis y la brecha negativa observada, lejos de cerrarse, se amplió con el tiempo.
En general, podemos observar, tres años después de una gran crisis, una pérdida neta de 1,5 millones de puestos de trabajo, que se acompaña de una contracción del 3% en el empleo en el sector formal y un aumento en el empleo informal. La crisis actual podría tener repercusiones aún más graves y reducir el número de puestos de trabajo en la economía formal en un 4%.
Los trabajadores poco calificados tienden a ser los más afectados por las crisis, lo que agrava las desigualdades persistentes en la región. Pueden sufrir las secuelas de estas crisis hasta por diez años, durante los cuales sus ingresos disminuyen y su vulnerabilidad aumenta. Además, dos tercios de los países de la región no cuentan con programas nacionales de seguro de desempleo ni asistencia para quienes pierden su empleo. Para mitigar estos efectos a largo plazo, las autoridades públicas deben tomar medidas para apoyar una recuperación económica sostenible y facilitar la recuperación del empleo.
“Debemos aprovechar esta oportunidad para reconstruir mejor, destacado Joana Silva, economista principal del Banco Mundial y autora principal del informe. Necesitamos fortalecer nuestros mercados laborales para que podamos enfrentar el impacto de futuras conmociones y eliminarlas rápidamente. “
El primer paso crucial es establecer estructuras sólidas para una gestión macroeconómica prudente, así como estabilizadores automáticos para proteger los mercados laborales de posibles crisis. La adopción de políticas financieras y monetarias sólidas puede preservar la estabilidad macroeconómica y evitar tensiones financieras en caso de una perturbación. Las reformas de las finanzas públicas, incluida la adopción de impuestos menos distorsionantes, la búsqueda de un gasto público más eficiente, el establecimiento de programas de pensiones financieramente viables y la formulación de reglas fiscales claramente definidas, constituyen la primera línea de acción.
Los programas anticíclicos de apoyo a la renta, incluidos los planes de seguro de desempleo y otros mecanismos de transferencia a los hogares durante las fases descendentes del ciclo, limitan el daño causado por las contracciones y facilitan la recuperación económica. Sin embargo, uno de los desafíos que enfrenta la región es que grandes segmentos de la fuerza laboral continúan operando en el sector informal y, por lo tanto, no pueden beneficiarse de los sistemas tradicionales de seguro de desempleo.
También es fundamental incrementar el alcance de las medidas de protección social y las políticas laborales en la región; Para ello, es importante integrarlos en sistemas que respalden los ingresos y preparen a los trabajadores para nuevos puestos de trabajo, brindándoles asistencia para su reentrenamiento y reempleo. Las medidas inmediatas adoptadas por las autoridades públicas para ampliar el alcance de algunos programas de protección social y empleo debido a la pandemia podrían conducir al establecimiento de registros sociales mejores y más integrados. Sería posible avanzar en este ámbito en el corto plazo y así mejorar el acceso a estos programas.
Sin embargo, el fortalecimiento de los estabilizadores macroeconómicos y la continuación de las reformas en los sistemas de protección social y empleo no son suficientes. También es importante iniciar la recuperación en esta área apoyando un vigoroso esfuerzo de creación de empleo. Esto requerirá abordar los desafíos estructurales que surgen en áreas clave como la política de competencia, las políticas regionales y la normativa laboral. Hasta que los países aborden estos problemas fundamentales, su recuperación seguirá estando marcada por una anémica creación de empleo.
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