En España, bajo las carrozas de Semana Santa, aún competían mujeres

En España, bajo las carrozas de Semana Santa, aún competían mujeres

Apoyados, avanzando con paso palpitante, llevan en el regazo una carroza de Cristo y la Virgen, de tonelada y media de peso. En España, durante la Semana Santa, las mujeres «costaleras» realizan la misma hazaña física que los hombres, pero siguen siendo controvertidas.

Del tanque que camina durante más de diez horas por las calles de Granada (sur), solo salen zapatos blancos. Abajo, detrás de las cortinas, cincuenta mujeres, apiñadas en diez filas, cuyas vértebras sostienen las pesadas vigas del armazón.

Después de un paréntesis de dos años debido a la pandemia, las procesiones que recrean la Pasión y Resurrección de Cristo se reanudaron esta semana en España, marcando el regreso de nazarenos con capuchas cónicas y «costaleros», llamados así porque envuelven sus cabezas con una tela de yute. ., el «costal», equipado con un pequeño cojín para amortiguar el peso de los tanques.

Una función reservada a los hombres hace treinta años, cuando las mujeres solo participaban en las procesiones para acompañarlas con una vela y un tocado negro.

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Mujeres costaleras de la cofradía «Trabalho y Luz» se deslizan debajo de una carroza que sacarán en procesión por las calles de Granada durante la Semana Santa, el 11 de abril de 2022 en España (AFP – JORGE GUERRERO)

En Granada, la hermandad de mujeres «Trabalho y Luz» fue una de las primeras en tener un equipo femenino en la década de 1980.

Pero al principio “no se aceptaba, hablábamos mal de las mujeres”, recuerda Pilar del Carpio, cajera de 45 años y “costalera” desde los 13, que se precia de haber sido una “pionera”.

Aún hoy, de la treintena de cofradías que hay en la ciudad, sólo tres o cuatro tienen costaleras.

“Puede haber gente que piense que no es normal, pero como nuestro cuerpo es capaz de hacer eso, si lo hacemos con convicción, no veo por qué va a haber diferencia”, insiste María Auxiliadora Canca, de 40 años, capataz de una hermandad en Ronda, otra ciudad andaluza, y profesor de autoescuela.

– No hay mujeres en Sevilla –

Inadecuada, demasiado física… Las razones aducidas no siempre son claras, pero Sevilla, la «capital» de la Semana Santa, no tiene ninguna «costalera», aunque la Iglesia emitió un decreto en 2011 formulando la igualdad en las cofradías.

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Mujeres costaleras de la hermandad «Trabalho y Luz» descansan un momento mientras entrenan para cargar una carroza durante la Semana Santa, el 11 de abril de 2022 en España (AFP – PIERRE -PHILIPPE MARCOU)

«Un escándalo», según Maribel Tortosa, de 23 años, gestora de la cuenta de Instagram «Costaleras por Sevilla». “Dicen que las mujeres con costillas son feas. ¡Pero debajo de una camiseta no se ve nada!”, se queja.

En Granada, en cambio, los vecinos ya no se sorprenden al ver a estas mujeres, atadas con cinturones de sujeción, entrenándose en la calle para levantar un carruaje cargado de bloques de hormigón semanas antes del inicio de la Semana Santa.

Tres golpes en la aldaba, las costaleras doblan las piernas y enganchan las vigas del carruaje al cuello antes de saltar al unísono para levantarlo.

– Sufrimiento y silencio –

“Avante”, “igualamos”, “esperen chicas”: el convoy corre al son de la música y el líder. Con mirada fija e intensa para unos, ojos cerrados para otros, el sufrimiento se hace en silencio y ritmo.

La carga «cada hora pesa más», a pesar de los relevos cada 30 minutos durante la procesión, que comenzó a las 16:00 horas del lunes y finalizó alrededor de la 01:00 horas, explica Rafael Pérez, capataz de la tropa de 111 mujeres.

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Mujeres costaleras de la hermandad «Trabalho y Luz» descansan un momento mientras entrenan para cargar una carroza durante la Semana Santa, el 11 de abril de 2022 en España (AFP – PIERRE -PHILIPPE MARCOU)

Trabajar con mujeres “no cambia absolutamente nada. Solo trátalos con más ternura”, dice.

Dentro de la tropa, Rocío Melguizo, de 21 años, ajusta su ritmo al de su madre, Montse Ríos, justo delante de él. A sus 47 años, Montse se siente «todavía con fuerzas para hundirse», ella que es «costalera» desde los 19, cuando la mente estaba menos abierta.

Ahora está en el cielo para compartir esto con su mayor y tener a su otra hija «pipera», es decir, encargada de regar las procesiones.

Fue la primera vez para Sandra Maldonado, de 19 años, quien había estado esperando «durante tanto tiempo ser derrotada». «Es una sensación única», confiesa, aunque admite con malicia que allí alguna vez fue pequeña, pero «sin cargar con el peso para no lastimarse».

Reconoce que no nos parecemos «de ninguna manera» a los «hombres costaleros y las mujeres costaleras», pero a la hora de cargar el carruaje «no solo hace falta valor, sino corazón. Y eso no es carente.»

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