Ningún contacto con Kabul, la embajada afgana en Washington en autogestión

CARTA DE WASHINGTON

La bandera del Afganistán anterior a los talibanes frente a la embajada del país en Washington, el 16 de agosto de 2021.

Pobre bandera: ¿quién la arreglará? Flota en el patio de la embajada afgana en Washington, pero no puede ocultar sus lágrimas. Desde que los talibanes tomaron el control del país a mediados de agosto, todo el edificio se convirtió en una especie de barco perdido en el mar, navegando a plena vista.

Está ubicado en un barrio de lujo de la capital estadounidense, con impecables fachadas burguesas. Nadie en el exterior sospecha del extraño destino de sus ocupantes, que no tienen ningún contacto con Kabul y sus nuevos amos, y tienen cuidado de no establecer ninguno.

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«Ya no representamos a ningún gobierno, dijo Jawad Raha. Estamos solos y representamos al pueblo afgano y su deseo de una vida digna. » Cortés y afable, el propio Primer Secretario de la Embajada de 34 años abre la puerta al visitante. Los empleados locales, que se ocupaban de la recepción y la limpieza, fueron despedidos casi en su totalidad por falta de dinero. Quedan quince diplomáticos, un chofer y una limpiadora, cuyos sueldos están garantizados gracias a las tasas consulares.

El consulado, que ocupaba un lugar alquilado en otro distrito de Georgetown, fue repatriado a la embajada. Por economía. No hay más formas de obtener pasaportes en blanco para satisfacer las demandas de la diáspora. A partir de ahora, nos contentamos con ampliar el período de validez de los documentos. Del mismo modo, los problemas de representación para las transacciones inmobiliarias en Afganistán ya no se resuelven debido a la falta de interlocutores válidos en las administraciones locales.

«Profunda desesperación»

Antes de agosto, el trabajo de Jawad Raha consistía principalmente en conseguir contactos con ONG y grupos de expertos, que abundaban en Washington. En julio, el joven estaba de visita en Kabul y señaló la preocupación de la gente por la retirada estadounidense planificada. “Pero la sensación predominante era que los talibanes no podían asumir el poder, que el conflicto continuaría durante años. «

También fue en julio cuando llegó la nueva embajadora, Adela Raz, procedente de Nueva York, donde se desempeñó como representante especial de Afganistán ante las Naciones Unidas (ONU). Ex asesora del presidente Hamid Karzai, realmente no tuvo tiempo para aclimatarse. La retirada militar estadounidense y la huida del presidente Ashraf Ghani detuvieron con miedo al personal de la embajada.

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“Al principio, sentimos una profunda desesperación ante la idea de perder en dos semanas lo que habíamos construido en veinte años, dijo Jawad Raha. Si la única medida de la inversión estadounidense es el tiempo y el dinero, entiendo que podemos hablar de despilfarro. Pero no si hemos vivido de cerca los cambios que ha experimentado Afganistán, la mejora en la educación, la atención médica, la libertad de prensa, el nuevo lugar para los derechos humanos … ”

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