En la actualidad, el sector de la sardina portuguesa ha venido decayendo considerablemente, en particular debido a la presión ejercida por el calentamiento global y la sobrepesca. Los datos científicos recopilados durante más de un siglo muestran que Portugal es lejos de los límites de población sostenibles para la sardina iberoatlántica, cuyos stocks el país ahora comparte con España. En las últimas décadas, la preocupación por la salud de sus pesquerías ha llevado a Portugal a unirse al Consejo Internacional para la Exploración del Mar (CIEM), una organización intergubernamental cuya principal misión es promover el uso sostenible de los océanos.
dificultades similares amenazan a la población de sardina del Pacífico, cuya distribución se extiende desde México hasta la frontera de Canadá con Estados Unidos. Además de proporcionar a los humanos una fuente de alimentos frescos y enlatados, estos peces también alimentan a multitud de especies marinascomo ballenas, leones marinos, aves marinas e incluso salmón rey.
Tras realizar un inventario en 2020, el Instituto Portugués del Mar y la Atmósfera (IPMA) y el Instituto Español de Oceanografía anunciaron una buena noticia: un aumento de la biomasa de sardina de unas 110 mil toneladas, el más prometedor de los últimos 15 años .
La noticia ofrece un rayo de esperanza, sin duda, pero no es razón para aflojar, dice Gonçalo Carvalho, director de Sciaena, una organización no gubernamental que promueve la pesca sostenible. Para Carvalho, biólogo marino y experto en política pesquera, el pasado es testigo de las dramáticas consecuencias de las medidas de conservación mal gestionadas. Según datos recogidos por CEIM del IPMA e institutos de investigación españoles, el descenso de la sardina en tan solo 31 años es colosal. En 1984, la biomasa de sardina fue de 1,3 millones de toneladas, diez veces más que en 2015.
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