Estos “científicos ciudadanos” se encuentran entre los que han estado involucrados en un proyecto internacional durante 14 años, globo en la noche, cuyo objetivo es concienciar sobre los impactos de la contaminación lumínica. Presentan sus observaciones de estrellas que, en su región, son visibles a simple vista. Cuatro investigadores de Alemania y Estados Unidos tuvieron la idea de profundizar en esta base de datos para ver si sería posible identificar una tendencia. tu análisis fue publicado el 19 de enero en la revista Ciencia.
Los autores proponen como comparación que una persona que podía ver 250 estrellas en la década de 2000 solo podría ver 100 en el mismo lugar hoy.
Actualmente, los únicos datos disponibles sobre contaminación lumínica son los recogidos a tal efecto por algunos satélites. Las estimaciones de estos satélites son más “optimistas” que las de este estudio: se habla de un aumento del brillo del 2,2% anual entre 2012 y 2016. Los investigadores explican en parte esta diferencia por la incapacidad de los satélites para detectar la luz azul. de LEDs (diodos emisores de luz), que comenzaron a utilizarse en exteriores en la última década.
Vale la pena señalar que esta estimación de un aumento en el brillo de 7 a 10% por año es un promedio internacional, pero que cubre principalmente Europa y América del norte, de donde provienen la mayoría de los 51.000 entusiastas de la astronomía. Además, algunos países han introducido en los últimos 15 años reglas para reducir la iluminación nocturna; algunos incluso crearon regiones llamadas ” reserva cielo estrellado “, caracterizado por una severa limitación de la contaminación lumínica. Sin embargo, estos esfuerzos se realizan principalmente en Europa y América del Norte, lo que no ha impedido que los observadores informen sobre el deterioro de la situación.
La contaminación lumínica no es sólo un problema para amantes de las estrellases también un problema ambiental, recuerdan dos físicos españoles en un comentario que acompaña al artículo. El aumento de la luz artificial por la noche induce cambios de comportamiento en un ecosistema -los depredadores pueden aprovecharse de ello y las presas pueden convertirse en especies en grave peligro de extinción- y reduce la producción de melatonina, una hormona que, recuerdan los dos autores, controla los relojes biológicos, como el nuestro. los de los animales. Ven esto como un argumento para hacer que los límites de contaminación lumínica sean equivalentes a los límites de contaminación del aire impuestos por las leyes de la década de 1970.
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