Es una proeza técnica y judicial. Casi veinte años después de la desaparición de Estelle Mouzin, que entonces tenía 9 años en 2003, finalmente se levanta el velo sobre uno de los casos criminales más sonados de los últimos años. En agosto de 2020, se encontraron rastros parciales del ADN de la niña en un colchón en la antigua casa de la hermana del asesino en serie Michel Fourniret. El “ogro de las Ardenas” murió en 2021, pero la jueza de instrucción Sabine Kheris, que heredó el proceso en 2019, tiene ahora pruebas de estas nuevas habilidades. Es ella quien conseguirá hacer confesar a Monique Olivier, la expareja del asesino. Es este último quien habría secuestrado, violado y luego estrangulado a Estelle.
Tras la resolución de este “caso sin resolver”, uno de los más publicitados de la historia, este experimentado magistrado asumirá la dirección de la flamante rama del tribunal de Nanterre dedicada a la revisión de casos no resueltos, algunos de los cuales son más de medio siglo de antigüedad. Aunque los métodos utilizados a veces recuerdan a las series de detectives popularizadas por Netflix, desde “Caso sin resolver” hasta “Expertos” pasando por “Mentalista”, el trabajo de los magistrados, en las fronteras de la ciencia y el derecho, es en realidad extremadamente técnico.
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