Publicado por Jonathan Bouchet-Petersen
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El solucionismo tecnológico para frenar las emisiones de gases de efecto invernadero por sí solo es una fantasía y una trampa mortal. El tiempo se acaba y, para evitar la catástrofe, no queda otro camino que una reducción masiva y decidida del consumo de combustibles fósiles.
Es un espejismo peligroso creer que el progreso científico por sí solo será suficiente para limitar el cambio climático y sus consecuencias cada vez más extremas para la habitabilidad de nuestro planeta a corto plazo. Peor aún es creer conscientemente para evitar los gestos que hoy salvan a la gente, en primer lugar la reducción masiva y decidida del consumo de combustibles fósiles. Muchos actores económicos o políticos, sin embargo, ejercen la fantasía cientificista para defender realmente una forma de statu quo, en nombre de un crecimiento que debe ser preservado a toda costa. Pero el tiempo corre y ciertos umbrales que los científicos señalan como niveles irremediables están a punto de cruzarse.
La ciencia obviamente tiene un papel importante que jugar en esta lucha contra el cambio climático y nuestra necesaria adaptación a sus consecuencias, nadie dice lo contrario. Pero mientras tanto, a la espera de que salgan a la luz soluciones virtuosas, se impone con urgencia una postura sobria a los agentes más contaminantes, sean industriales o partisanos.
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