Hay que recordar que, desde el inicio de la pandemia, este virus ha generado mutaciones a gran velocidad. Si bien solo un pequeño número (las variantes con una letra griega, como Omicron) eran “preocupantes”, localizar estas variantes lo más rápido posible fue una preocupación desde el principio. Pero al mismo tiempo, la tecnología hizo posible generar grandes cantidades de datos a partir de 2020: muchos laboratorios de todo el mundo trabajaron para enumerar los genes de los virus recolectados en su región y depositaron estos datos en bancos en línea. Esta información pública era valiosa para los investigadores, pero era imposible rastrear todo.
Es en este contexto que, en 2020, la bioinformática británica Áine O’Toole creó Pango, un grupo formado inicialmente exclusivamente por especialistas en virus, dedicado a rastrear nuevas cepas. de una cosa a otrael grupo creció y personas que no eran expertas pero aprendieron a analizar datos comenzaron a detectar mutaciones que de otro modo podrían pasar desapercibidas durante semanas.
enero pasado, un reportaje de revista Naturaleza informó una investigación prepublicada en el servidor MedRxiv relacionada con mutaciones de virus posiblemente causado por el fármaco molnupinavir. La investigación fue firmada por cuatro expertos británicos en virus y el profesor de ciencias de Indiana, Ryan Hisner. No es especialista en virus ni en genética, pero se enamoró del tema evolución de coronavirus en 2020, luego variantes en 2021, descubrió la existencia de Pango y pasó, dice días, aprendiendo a analizar secuencias de datos genéticos y entender qué puede traicionar una mutación inusual.
Ahora le debemos más de 100 “propuestas”, es decir, más de cien anomalías, que luego corresponde a los especialistas validar. “Ryan tiene un conocimiento casi enciclopédico del virus”, se jacta en otro informe de Naturaleza el científico de evolución de virus Jesse Bloom del Centro de Cáncer Fred Hutchinson en el estado de Washington.
Desde hace 20 años, se habla a menudo de proyectos de “ciencia ciudadana”, nacidos gracias a Internet y a través de los cuales miles de personas en todo el mundo -incluso millones- contribuyen al análisis de montañas de datos: en astronomía, en el estudio de las aves. , plantas o incluso bacterias. Pero quizás esta sea la primera vez que vemos surgir un proyecto tan innovador, que requiere una curva de aprendizaje tan alta por parte de sus entusiastas.
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