Para ser exactos, su cálculo tiene en cuenta todo lo que las 200 mayores empresas de petróleo o gas tienen como yacimientos en exploración o por explorar. Estas 200 empresas (Carbono subterráneo 200), combinados, poseen el 98% de las reservas conocidas de combustibles fósiles, suficiente para emitir 674 gigatoneladas de carbono si se explotaran todas estas reservas.
La desventaja detrás del cálculo del grupo FFI (Índices Libres de Fósiles), es que, incluso en el peor de los casos, es muy poco probable que estas 674 gigatoneladas se extraerán del suelo en las próximas décadas: cada vez más países apuestan por un proceso de reducción de gases de efecto invernadero y de transición a la energía eólica o solar. Pero el aspecto innovador de esta compilación es haber identificado quiénes financiaron estas empresas, o más precisamente, quiénes son los financiadores que aparecen con más frecuencia en la lista.
Así nos encontramos a la cabeza del pelotón, a partir de febrero de 2021, las multinacionales americanas gestoras de capital BlackRock (quien se describe a si mismo como “una de las principales soluciones de inversión, asesoramiento y gestión de riesgos del mundo”) y Vanguardiaseguido por el gobierno de la India, la empresa estadounidense de servicios bancarios y financieros Calle del estado, y el gobierno de Arabia Saudita, a través de su empresa Aramco. En este último caso, aunque Aramco solo ocupa el 5º lugar, debes saber que el propio país ocupa el primer lugar en cuanto a emisiones potenciales, con más de 100 gigatoneladas solo.
El Banco Central de Noruega también está en la lista (8º) a través de su Fondo Soberano. El gobierno ruso llegó, en febrero de 2021, en el puesto 13, entre varios otros bancos y compañías de inversión estadounidenses (Dimensional Fund Advisors, Fidelity Investments, Capital Group Company).
investigadores de FFI justifica tu enfoque el hecho de que, en teoría, identificar a estos mayores accionistas te permite segmentar más efectivamente aquellos que controlan las palancas económicas de la exploración petrolera. Pero una empresa de gestión de activos tiene tantos clientes que no es tan fácil de manejar como un fondo de pensiones o una universidad, dos de los objetivos del movimiento de “desinversión” de combustibles fósiles de la última década.
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