Capaz de viajar un promedio de casi 10.000 kilómetros durante 240 días a través del noreste del Océano Pacífico para llegar a las áreas de alimentación, las hembras de elefantes marinos de la especie Mirounga angustirostris siempre regresan a los mismos sitios de reproducción para dar a luz en la costa de California. Si todas las hembras no recorren las mismas distancias, regresan sincronizadamente a los lugares de reproducción al comienzo de la época de parto, a fines de enero. Roxanne Beltran, bióloga de la Universidad de Santa Cruz, California, y sus colegas han identificado ciertos elementos que explicarían esta increíble capacidad de navegación. Los datos de su estudio son consistentes con la hipótesis de que las hembras son capaces de sincronizar su regreso a través de la percepción de las distancias geográficas recorridas durante su travesía en el mar.
Muchos animales marinos, como aves, tortugas o incluso ballenas, realizan movimientos anuales entre los sitios de alimentación y reproducción con extrema precisión al programar la migración de regreso. Sin embargo, aún no se comprende bien cuándo y por qué estos animales deciden mudarse. Se sabe que la decisión del viaje de regreso depende, en parte, de la adquisición de energía en las zonas de forrajeo y de los costos energéticos asociados al viaje. Pero los investigadores han demostrado que los migrantes también pueden integrar información espacial para evaluar su posición en relación con el sitio de reproducción, así como información temporal para saber cuándo regresar en función de la distancia recorrida. ¿Los elefantes marinos utilizan estas características energéticas y espaciotemporales para ubicarse en el océano?
Usando datos satelitales, Roxanne Beltran y sus colegas siguieron a 108 mujeres entre 2004 y 2015 para determinar la fecha a partir de la cual sus movimientos diarios se orientaron definitivamente hacia la playa de partos, ubicada en Año Nuevo Island, California. También utilizaron un indicador indirecto de la cantidad de grasa corporal para averiguar si la decisión de volver estaba correlacionada con la condición física de los sujetos.
Sorprendentemente, los elefantes marinos giraron en función de la distancia a la playa, pero esta decisión no estaba relacionada con la condición corporal. Las hembras que recorrieron una mayor distancia iniciaron su regreso antes para tener suficiente tiempo para regresar al sitio de reproducción, mientras que las hembras que no recorrieron tanto comenzaron a regresar más tarde. Estos datos sugieren que los elefantes marinos tendrían una representación espacio-temporal de su posición en el ecosistema marino, ofreciéndoles la posibilidad de ajustar sus movimientos en relación a un destino final. “Un factor de confusión potencial sería la edad y, por lo tanto, la experiencia de los individuos. Es concebible que las hembras mayores o más experimentadas viajen más lejos porque aprecian mejor el tiempo necesario para regresar a tierra para dar a luz. Dicho esto, esto todavía presupone que tienen esta apreciación de las distancias que pueden desarrollarse a lo largo de la vida de una hembra”, agrega Matthieu Autier, ecólogo del observatorio de mamíferos marinos y aves (observatorio Pelagis), en la Universidad La Rochelle-CNRS. .
A pesar de estos nuevos datos de observación, aún no se han identificado los mecanismos sensoriales involucrados en la capacidad de los elefantes marinos para evaluar su posición. Tal rendimiento de navegación podría, por ejemplo, basarse en una base sensorial geomagnética, celeste, acústica o incluso olfativa.
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