El trabajo de M.-Y. Bolloré y O. Bonnassies, Dios, Ciencia, Evidencia publicado en el otoño de 2021, reavivó el debate sobre la relación entre ciencia y fe. A medida que los autores multiplican las entrevistas, sus conclusiones son discutidas por diversas conferencias y artículos publicados. Así, apareció una columna en La Cruz de la pluma de un sacerdote con formación científica, Thierry Magnin, que suscitó varias cartas de los lectores. Al mismo tiempo, el físico ensayista, profesor emérito de la Universidad de Niza, J.-M. Lévy-Leblond publicado en cielo y espacio un artículo Dios y la ciencia, la evidencia para la prueba y la edición de marzo deAstronomíala revista de la Sociedad Astronómica de Francia, contenía la opinión de dos compañeros astrónomos, Dios y la ciencia, un debate vano.
En la noche del martes 21 de junio, Lévy-Leblond, invitado por la Unión Racionalista, retomó en una conferencia en la IAP el artículo que había publicado en enero de 2022. Y en la misma noche, el teólogo François Euvé, sj, preparación física , presentó en la librería La Procure de París el libro que acababa de publicar, La ciencia, ¿la prueba de Dios?que la pancarta presenta como una “respuesta al libro dios, ciencia, evidencia ».
Un tema que no deja indiferente
Seguí estos intercambios porque, como investigador en astrofísica y también cristiano practicante, llevo mucho tiempo haciendo una reflexión en torno a la ciencia que practico y la fe que confieso, llevándome a dar conferencias. Esta efervescencia indica al menos que el tema no deja indiferente.
En definitiva, los dos autores defienden la tesis de que los resultados de la ciencia moderna, en particular los de la astrofísica, cuestionan una explicación puramente materialista del universo y abren “una nueva revolución” donde la ciencia, en lugar de luchar contra Dios, se vuelve “tu nuevo aliado”. El libro pretende demostrar, mediante la recopilación de datos probados científicamente, que por primera vez ofrecen una prueba de la existencia de Dios. Citan, por ejemplo, observaciones recientes que permiten deducir la fecha precisa del evento original del big bang, que se aproximan al primer verso del Génesis, “En el principio creó Dios el cielo y la tierra” escrito ocho siglos antes de nuestra era, dentro del pueblo hebreo que solo en un mundo politeísta afirma su fe en el único Dios.
Con una selección de otros datos y cuestiones que la ciencia no sabe resolver, como el origen de la vida, añadiendo en una segunda parte “Evidencia fuera de la ciencia”, con el destino del pueblo judío, la persona de Jesús, los autores Pretender construir una demostración objetiva de la existencia de Dios.
dos respuestas
En respuesta a la primera parte, ignorando la segunda cuyo objeto no ve, Lévy-Leblond considera estos “evidencia” como el “errores científicos” los problemas no resueltos están a la espera de nuevos desarrollos. Recuerda que Abbé Lemaître, el padre del modelo del big bang, hizo una distinción entre el comienzo natural del mundo y el acto creador de Dios. Además, desde un punto de vista teológico, si Dios se transforma en una realidad accesible a la ciencia, pierde su trascendencia.
Concluye que este negocio es sólo un “eterno retorno del concordismo”, manera de recuperar la ciencia, para ser contextualizada “de una ofensiva política e ideológica de la derecha ultracatólica”. Sin entrar en este último punto, que es una opinión, hay que tener en cuenta estas severas críticas. El uso de “evidencia” tiene una eficacia mediática que probablemente no se le escapó al editor de esta publicación, especializada en esoterismo y artes adivinatorias. Entonces, ¿debería recomendarse este libro a quienes se preguntan por la relación actual entre la ciencia y la fe?
Pruebas o “signos”
La última obra del teólogo François Euvé me parece más precisa. Presentado como la respuesta al libro en cuestión, aborda el problema reexaminando en el contexto de la ciencia moderna la cuestión fundamental de la relación entre la ciencia y Dios. Primero recuerda la necesaria autonomía de la ciencia de cualquier principio divino. Pero en la Biblia, el pueblo hebreo descifra la acción de Dios a lo largo de su historia. Todo cristiano está llamado a hacer lo mismo al examinar su vida. Asimismo, los nuevos descubrimientos en astrofísica, biología u otras ciencias pueden proporcionar al creyente “señales” de origen divino, respetando la autonomía de la ciencia y el misterio de Dios, precisando que “Las señales no son prueba”. Ellos preguntaron “una interpretación que implica la libertad del intérprete”.
En la conferencia que construí sobre “Dios y el cosmos”, escribo: “El conocimiento moderno del universo nos permite aprehender la extraordinaria belleza que manifiesta la complejidad de las galaxias, las estrellas, los sistemas planetarios, la vida en la Tierra, de la que surge una asombrosa diversidad de componentes, formas, estructuras. » Estos son tantos “señales” que allanan el camino para el diálogo “entre la ciencia y la fe”lo cual concluyo que esta lectura se traduce para mí en elogio.
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