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El origen de los cinco sentidos
La teoría de los cinco sentidos se remonta al científico griego Aristóteles, hace 2300 años. Según él, cada sentido está ligado a un órgano sensorial. Y tiene cinco: ojos, oídos, nariz, lengua y piel.
Estudios realizados dos milenios después confirman que se olvidó de uno que juega un papel muy importante: el sistema vestibular. Situada en el oído interno, se considera un sexto sentido, responsable de nuestro equilibrio. Es el sistema vestibular el que le permite mantener ambos ojos en un objeto, incluso cuando mueve la cabeza. Él es también quien nos mantiene en equilibrio, incluso cuando caminamos.
Pero para llegar allí, primero debemos definir qué es un significado. La teoría de Aristóteles tenía en cuenta nuestros sentidos externos, es decir, aquellos que están conectados a un órgano y que detectan cambios en nuestro entorno. Sin embargo, también existen mecanismos internos que nos informan sobre el estado de nuestro propio cuerpo y cómo reacciona ante estímulos externos.
Si llamamos a estos mecanismos “sentidos”, entonces la definición puede abarcar todo lo que nos permite percibir nuestro entorno.
Incluso los sentidos externos tal como los define Aristóteles plantean un problema: hoy sabemos que cada sentido está ligado a un tipo de receptor sensorial, no un órgano. Solo la piel tiene cuatro receptores sensoriales diferentes: uno para detectar texturas, uno para la temperatura, uno para el dolor y otro para el dolor. propiocepción (donde nuestro cuerpo está en el espacio). En otras palabras, lo que se ha agrupado durante 2.300 años bajo el término “sentido del tacto” estaría más bien vinculado a cuatro “sentidos” diferentes, lo que llevaría el total de sentidos a nueve, incluido el sistema vestibular.
¿Veinte significados?
Pero para algunos, la lista no termina ahí. Así, los receptores sensoriales de la piel que detectan la temperatura se dividen a su vez en seis tipos. Cada uno es responsable de un cierto rango de temperatura: algunos están especializados para el calor, otros para el frío.
la visión importa cuatro tipos de receptores, que no tienen nombre y apenas empiezan a ser descritos: tres especializados para diferentes longitudes de onda y uno para adaptar nuestra visión a condiciones de poca luz. El paladar también se puede dividir según los cinco sabores percibidos por la lengua: dulce, salado, amargo, umami y ácido.
Es así como, dependiendo de cómo categoricemos nuestros “detectores” internos y externos, podemos llegar a una veintena de sentidos.
Veredicto
El número de sentidos que posee el ser humano puede variar según la definición que se le dé. Sin embargo, lo cierto es que hay más de cinco.
Imagen: Café SCA
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