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Sería una exageración decir que la venta clandestina, irregular o como quieran, de medicinas en el tradicional barrio de El Santuario data de tiempos “inmemoriales”. Aún quedan sobrevivientes, ciertamente, de la época -hace unos 60 años- cuando una gran familia (que aún reside en la región, por cierto) hizo de la venta de muestras médicas su «modus vivendi».

Cabe mencionar que la comercialización de estas muestras estaba entonces (y sigue estando) expresamente prohibida, por lo que quien violara esta prohibición en el pasado (o viola actualmente) esa prohibición incurriría entonces (y hoy), si no precisamente, en un delito grave, sí. , al menos, en flagrante violación de la normativa comercial y sanitaria, y obtuvo (u obtiene) lucro ilícito; es decir, legal y moralmente reprobable.

-II-

A lo largo de los años, diez o doce, el modelo se ha replicado. No está claro en qué medida algunos médicos deshonestos, algunos agentes sin escrúpulos o incluso los propios laboratorios han provocado que el fenómeno de la venta de medicamentos se generalice en numerosos domicilios particulares, lo que, en efecto, ha supuesto un ahorro considerable para los compradores (el bueno del asunto), a cambio (en el lado malo) una ganancia ilegal para los vendedores … y riesgos para la salud de quienes los consumieron.

Pasaron días y años felices antes de que las autoridades decidieran aplicar «operativos» -similares a los que ocasionalmente se realizaban en talleres automotrices cerca de la antigua Central de Autobuses, en busca de repuestos robados- para detectar, decomisar drogas adulteradas, robadas o vencidas, y eventualmente cerrar la instalación y arrestar a los responsables de esta práctica.

El tema alcanzó dimensiones de problema social, pues entre quienes ofrecían drogas a quienes ingresaban a la zona, criminales y criminales declarados no solo ofrecían drogas patentadas, sino que también ingresaban drogas ilícitas de manera sigilosa … Sin embargo, tales «operaciones» no iban más allá de ser clásicas «bengalas de petate». Los ecos de las declaraciones de los funcionarios que los carcajeaban aún resonaban en los medios, cuando las prácticas que se pretendían erradicar continuaron como si nada hubiera pasado.

-III-

El caso es que, ahora (EL INFORMADOR, 25-VIII-20, p. 4-A), 14 de los 19 «establecimientos dedicados a la venta de medicamentos, ubicados en la zona de El Santuario» estaban cerrados «por tener que vender medicamentos vencido «: algo que, ilegal y todo, compromete la salud – ¡y eso es lo más lamentable del asunto! – de quienes sólo pueden ejercer (con las correspondientes «garantías» …) «acceso constitucional a la salud».

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