viernes, noviembre 22, 2024
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Oda a la soledad: cómo el confinamiento nos enseñó a liberarnos de la esclavitud impuesta por la presión social

Escuchar nuestros propios pensamientos o decidir de forma independiente en qué gastar las próximas horas fueron, para muchas personas, experiencias inusuales antes del bloqueo del COVID-19 (Shutterstock)
Escuchar nuestros propios pensamientos o decidir independientemente en qué gastar las próximas horas fueron, para muchas personas, experiencias inusuales antes del bloqueo del COVID-19 (Shutterstock)

Cuando se implementaron diferentes tipos de cuarentena en todo el mundo, algunos, muchos, fueron reemplazados. Alivio porque por un tiempo podrían distanciarse de ciertas personas; Alivio de no tener que cancelar los planes en el último minuto que aceptaron de mala gana. Alivio porque podrían alejarse del ruido social por un tiempo.

“Es cierto que todos extrañamos la vida social. Pero muchos de nosotros anhelamos una verdadera comunicación con las personas con las que nos conectamos a un nivel profundo”, Escribe la psicoterapeuta y promotora Luis Muiño en su libro La mente del futuro. Psicología para después de una cuarentena (RBA). “Sin embargo, estamos agradecidos de poder aliviarnos de la charla que no es nutritiva para nosotros. El coronavirus nos liberó por un tiempo de ese jefe al que teníamos que fingir estar escuchando, de aquellos padres de amigos de nuestros hijos con quienes dejamos de expresar nuestras opiniones para no poner en peligro el mundo social de nuestros hijos, de ese otro compañero de trabajo con el que necesitábamos fingir complicidad en asuntos que nos eran indiferentes o de parejas de nuestros amigos a quienes preguntamos por sus temas, aunque las respuestas nos fueron indiferentes ”.

“Es cierto que todos extrañamos la vida social.  Pero hay muchos de nosotros que solo queremos una comunicación real con las personas con las que nos conectamos a un nivel profundo ”(REUTERS / Caitlin Ochs)
“Es cierto que todos extrañamos la vida social. Pero hay muchos de nosotros que solo queremos una comunicación real con las personas con las que nos conectamos a un nivel profundo ”(REUTERS / Caitlin Ochs)

Hasta principios de este siglo, como explica el autor, la introversión se consideraba malsana. Dentro El poder de los introvertidos en un mundo incapaz de callarse, el psicologo Susan Cain Dice que hasta mediados del siglo XX vivimos en un mundo en el que era muy importante estar integrado con el colectivo. Pero según el psicólogo Madera de Dustin, en las últimas décadas se ha producido un cambio cultural. La independencia de juicio y la capacidad de seguir nuestro propio camino incluso cuando los demás nos miran mal son tan valoradas que, como dice Wood, “el imaginario colectivo empieza a asociar la normalidad absoluta con problemas de salud mental”.

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De esta forma, en los últimos años ha habido un reclamo del solitario, del ermitaño al que el neuropsicólogo escocés David Weeks atribuye su vitalidad a lo que él llama “felicidad insultante” caracterizada por el inconformismo, el idealismo, la dedicación a pasatiempos muy específicos, un alto grado de tolerancia a la frustración y, con mucho, menos dependencia de las expectativas de otros. Y ese cambio de visión se vio reforzado después de que el coronavirus bloqueara el mundo.

Quizás, después de pasar semanas en prisión debido a una pandemia, empecemos a pensar que la introspección es un fenómeno natural en los humanos y que no tenemos por qué sentirnos culpables por masturbar nuestras neuronas de vez en cuando. De esta forma, podemos dejar de huir de nuestro ser interior de una vez por todas y empezar a hacernos amigos ”, dice Muiño, conocido por ser uno de los creadores de Entiende tu mente, el podcast de psicología en español más escuchado en el mundo.

El psicoterapeuta español Luis Muiño, autor de “La mente del futuro.  Psicología para después de una cuarentena ”(Salomé Sagüillo)
El psicoterapeuta español Luis Muiño, autor de “La mente del futuro. Psicología para después de una cuarentena ”(Salomé Sagüillo)

En diálogo con Infobae, el psicoterapeuta madrileño investiga la belleza de la soledad, cómo ha cambiado su percepción a lo largo de los años y el poder de la Revolución silenciosa.

-¿Por qué, como dice el neuropsicólogo Leo Chalupa, la idea más revolucionaria hoy en día es tener, de vez en cuando, un día de total soledad para lograr el óptimo funcionamiento de nuestro cerebro?

-Porque tener un día como este de vez en cuando nos ayudaría a reconectarnos con nosotros mismos. Esto nos ayudaría a cuestionarnos qué hacemos para buscar la aprobación social. Leo Chalupa sugiere que este ritual de soledad elegido nos llevaría a liberarnos de la esclavitud impuesta por la presión social.

-¿Por qué la soledad estuvo tan mal vista durante tantos años?

-Porque en las últimas décadas se ha valorado más a las personas que venden mejor. Se veía mejor a los que se relacionaban con alguien, porque creían que lo más importante era integrarse en el colectivo. Se valoraba más a los que sabían “vender” su trabajo que a los que lo hacían bien. La introspección iba en contra de esta corriente: lo que pensamos o hacemos en soledad no sirve para elevar nuestro prestigio social. El crecimiento personal íntimo y el placer privado no sumaron puntos para nosotros en una sociedad que prioriza la “postura”. Por tanto, la soledad elegida se estigmatiza y confunde con el aislamiento forzado de la persona que tiene problemas. En mi libro La mente del futuro, ayudo a comprender cómo es la introspección saludable y a diferenciarla del aislamiento problemático.

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La Revolución del Silencio propone a quienes necesitan espacios de soledad afirmar que esta forma de ser es tan adaptativa y saludable como la contraria, la de los extrovertidos (Shutterstock)
La Revolución del Silencio propone a quienes necesitan espacios de soledad afirmar que esta forma de ser es tan adaptativa y saludable como la contraria, la de los extrovertidos (Shutterstock)

-Esta estigmatización sigue ocurriendo. Incluso la sociedad parece tener alguien que “está solo”.

-Exacto. Hasta 2020 se consideraba una locura elegir la cantidad y la calidad de las personas con las que convivíamos. Se valoraba como problema el problema de una sola persona que priorizaba su independencia, de un trabajador que no contaba toda su vida a todos o de un alumno que no aspiraba a ser el “popular” de la clase. Aunque muchos psicólogos hablan de la introversión como un rasgo de personalidad saludable, la sociedad no ha avanzado en este respecto a la diversidad, ya que lo fue en una inercia extrovertida. En el imaginario colectivo, la soledad pertenecía a los perdedores.

-¿Cómo ha cambiado la cuarentena esta percepción de que la soledad es negativa?

-La pandemia nos ha permitido salirnos de la “rueda de hámster” que montamos, dedicando mucha energía a la postura social y al contacto con muchas personas que no nos han aportado nada. Cuando nos vemos obligados a detener esta inercia, nos permitimos encontrarnos y ver si disfrutamos de la soledad. Mucha gente pensaba que la intimidad era muy agradable y que solo extrañaban a personas específicas.

"La pandemia nos permitió salir de la
“La pandemia nos permitió salir de la ‘rueda de hámster’ en la que íbamos, dedicando mucha energía a la postura social”, dice el escritor (Shutterstock)

-¿Por qué fue positiva la soledad del encierro en muchos casos?

-Porque nos permite conocernos, quitándonos la máscara que solemos llevar en nuestra vida social. Y porque nos deja espacio para explorar nuevos mundos mentales, sin la limitación que representan los ojos de los demás. Muchos pacientes me cuentan que descubrieron estímulos personales que no habrían encontrado en medio de la rutina prepandémica.

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-Muchas personas se dieron cuenta de que no sabían estar solos …

-Sí, al principio lo fue. Muchos pacientes me hablaron, por ejemplo, de la perplejidad de tener un fin de semana por delante en el que estarían … consigo mismos. Escuchar nuestros propios pensamientos o decidir de forma independiente en qué gastar las próximas horas fueron, para muchas personas, experiencias inusuales antes de los bloques de COVID-19.

La soledad nos permite conocernos, quitándonos la máscara que solemos llevar en nuestra vida social.  Y eso nos deja espacio para explorar nuevos mundos mentales (REUTERS / Caitlin Ochs)
La soledad nos permite conocernos, quitándonos la máscara que solemos llevar en nuestra vida social. Y eso nos deja espacio para explorar nuevos mundos mentales (REUTERS / Caitlin Ochs)

-Cuál es el Revolución silenciosa ¿Qué mencionas en el libro y qué promueve?

-La “Revolución del Silencio” es una idea en la que participan muchos psicólogos (Susan Cain, por ejemplo), que buscan eliminar el estigma que acompañaba a los introvertidos. Fomente el respeto por aquellos de nosotros que tendemos a seleccionar amigos y no somos amables con nadie. Los que necesitamos espacios de soledad y no nos gusta ser interrumpidos por apariciones sorpresa o llamadas telefónicas; los que te preferimos a los grupos grandes o al silencio sobre la saturación de ruido. La idea es afirmar que nuestra forma de ser es tan adaptativa y saludable como la contraria, la de los extrovertidos.

-¿Cómo cancelamos la presión social y aprendemos a “hablarnos”?

-Creo, en resumen, que quien habla y escucha sabe frustrar las expectativas de los demás. También son capaces de ser asertivos y recordar que tienen derecho a tener sus propias metas y opiniones, incluso si otros quieren imponer las suyas. Y, por supuesto, se permiten tener espacios propios de soledad elegida que solo abandonan para estar con personas que realmente los nutren.

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Juan Penaloza
Juan Penaloza
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