La compañía pensó “erróneamente” que resistiría la prueba, admitió Elon Musk. Antes de que pueda volver a volar, además de reforzar su plataforma de lanzamiento, SpaceX deberá determinar la causa de los problemas encontrados en el vuelo.
Trozos de hormigón expulsados, metal doblado y cráteres excavados en el suelo… La fuerza del primer despegue del nuevo cohete de SpaceX, Starship, el más grande y potente del mundo, dañó gravemente su plataforma de lanzamiento en Texas.
Es probable que el daño causado tarde varios meses en repararse. Podrían así retrasar los próximos vuelos de prueba y por tanto el desarrollo de este cohete con el que rápidamente cuenta la NASA para enviar a sus astronautas de vuelta a la Luna.
“Rompiendo el hormigón”
Antes del vuelo de prueba del jueves, el único deseo del jefe de SpaceX, Elon Musk, era “no destruir la plataforma de lanzamiento”. Su miedo: que el cohete explotara incluso antes de despegar del suelo, lo que finalmente sucedió después de cuatro minutos de vuelo, sobre el mar.
Pero la empresa parece haber subestimado el daño que podría causar un simple despegue de este mastodonte de 120 metros de altura.
“Los motores, cuando arrancaron, pueden haber roto el concreto en lugar de solo erosionarlo”, tuiteó Elon Musk el sábado.
Varios meses de reparación
La gigantesca torre de lanzamiento resistió el golpe. La enorme base sobre la que descansa el vehículo (mesa de lanzamiento) también sigue allí, aunque haya sufrido daños. Pero debajo se cavó un profundo cráter, según imágenes publicadas por expertos en las redes sociales.
Alrededor reina un paisaje de desolación. Durante el despegue, se arrojó una lluvia de escombros al mar cercano, según muestra el video de SpaceX. Una nube de polvo golpeó un pequeño pueblo a varios kilómetros de distancia, según medios locales.
“El radio de escombros y molestias fue probablemente más grande de lo que nadie esperaba”, dijo Olivier de Weck, profesor del Departamento de Aeronáutica y Astronáutica del MIT.
“El principal daño a la plataforma de lanzamiento está debajo de donde las llamas (de los motores) atacan el suelo”, explicó Olivier de Weck, varios de cuyos ex alumnos trabajan para SpaceX. “El cráter que se creó tendrá que ser rellenado y reparado, y eso definitivamente llevará varios meses”.
Protección no “lista a tiempo”
La plataforma de lanzamiento de Starship no parecía estar equipada con dos instalaciones que normalmente se usan para lanzadores pesados. Primero, una “inundación”: fenomenales cantidades de agua vertidas en el preciso momento en que los motores arrancan, para atenuar las ondas acústicas, limitando las vibraciones.
Luego, un “jet deflector” (o chimeneas): un sistema de túneles que permite redirigir los gases emitidos, protegiendo tanto el hormigón como el cohete. Pero construirlos es extremadamente costoso, principalmente porque deben adaptarse al tamaño del cohete, desproporcionado en el caso del Starship.
Tras la prueba, Elon Musk explicó que la compañía había comenzado a construir “una placa de acero refrigerada por agua” para colocarla debajo de la base del cohete, pero que no “estaba lista a tiempo”.
La compañía pensó “erróneamente” que la plataforma de lanzamiento resistiría la prueba, admitió, y agregó que probablemente sería posible un nuevo lanzamiento “en uno o dos meses”.
“Más un éxito que un fracaso”
Esa placa de acero “tendría sentido, creo que funcionará”, dijo Philip Metzger, un ex empleado de la NASA que trabajó en la física de la plataforma de lanzamiento. Rociarlo con agua evitaría que la placa se “derrita”, explicó.
Eso no resolvería el problema de las ondas acústicas, pero “se puede construir un cohete lo suficientemente fuerte como para manejarlo”, estimó este científico de la Universidad de Florida Central. Diseñar una plataforma de lanzamiento es tan complejo como diseñar un cohete, dijo.
El nuevo megacohete de la NASA, el SLS, que despegó por primera vez en noviembre desde Florida, también causó daños, sobre todo al derribar los ascensores de la torre de lanzamiento.
Antes de que pueda volver a volar, además de reforzar su plataforma de lanzamiento, SpaceX deberá determinar la causa de los problemas encontrados en el vuelo. Varios motores fallaron y las dos etapas del cohete no se separaron como se esperaba, lo que obligó a SpaceX a activar el comando de autodestrucción.
Finalmente, será necesario convencer al regulador aéreo, la FAA, para que autorice a Starship a despegar nuevamente, señaló Olivier de Weck. La agencia confirmó que la prueba del jueves no causó heridos y dijo que estaba supervisando la investigación de la explosión. Garantizó que un nuevo vuelo de prueba estaría condicionado a la seguridad pública.
Contrariamente a la intuición, esta primera prueba sigue siendo “más un éxito que un fracaso”, según Olivier de Weck. “SpaceX es capaz de desarrollar estas increíbles características porque está dispuesto a correr riesgos y romper cosas, pero aprende de ello”.
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