Estas “ráfagas rápidas” (en inglés, Ráfagas de radio rápidas, o FRB) puede ser millones de veces la energía del Sol. “Quizás” porque solo duran un milisegundo. Y que no sabemos cuáles son.
Hay que decir que su descubrimiento es reciente. El primero en obtener esta etiqueta se detectó en 2007. Debido a que era tan corto, fue imposible ubicar la fuente con precisión. En la siguiente década, varias docenas de FRB se detectaron, pero no fue hasta 2016 que se observó uno más de dos veces.
Y ahora 1652 en 47 días.
Al principio, todo el mundo parecía estar muy lejos, a cientos de millones o incluso miles de millones de años luz, pero en 2020, uno de ellos fue detectado dentro de nuestra propia galaxia, la Vía Láctea. Mejor, pudimos vincularlo tiene uno magnetizar, es decir, una estrella de neutrones con un campo magnético extremadamente fuerte. Lo cual está en línea con las teorías: para ser tan poderosos, los FRB deben estar asociados con un objeto único de poder raro, y los magnetares son estos “monstruos”.
Pero eso no resuelve el enigma de lo que crea estas señales. Y menos aún la existencia de 1652 en 47 días.
El afortunado él es el primero en ser objeto de una segunda observación. FRB 121102 fue así reexaminado, durante 60 horas repartidas en casi dos meses, de agosto a octubre de 2019, durante un equipo internacional, bajo la dirección de la Academia de Ciencias de China, en el radiotelescopio chino RÁPIDO (Radiotelescopio esférico de quinientos metros de apertura)
tus observaciones fueron publicados el 13 de octubre en la revista. Naturaleza.
En teoría, podría ser un objeto que gira muy rápidamente sobre sí mismo y del que se detecta un “chorro” de radiación cuando nos apunta. Esto significaría, a razón de 1.600 observaciones en 60 horas, una rotación cada dos minutos. El problema con esta idea es que las observaciones son irregulares. “La falta de detección de alguna periodicidad o casi periodicidad presenta desafíos”, escriben los investigadores con modestia.
A lo sumo, notamos la posibilidad de otro ciclo: FRB 121102, a juzgar por el seguimiento que se ha hecho a lo largo de los años, parece “explotar” en ráfagas aleatorias durante 90 días y luego estabilizarse durante 67 días. Eso podría significar que gira alrededor de otra estrella, por lo que esta nos la oculta durante 67 días. Dado que el objeto se encuentra a 2.500 millones de años luz de nosotros, solo un puñado de instrumentos astronómicos podrá hacerse cargo. Pero debido a que sus explosiones oscilan entre 10,000 y 100,000 veces la energía emitida por el Sol en un segundo, es posible que los astrofísicos aún quieran resolver el misterio.
Foto: El radiotelescopio FAST en las montañas de la provincia de Guizhou / Jeff Dai, TWAN
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