La riqueza del lenguaje humano se basa, en particular, en nuestra capacidad de combinar palabras de acuerdo con reglas sintácticas simples, lo que permite la producción de oraciones que dan sentido a nuestro discurso. Esta habilidad se destaca claramente de lo que se observa en otros primates: se carece de evidencia, por ejemplo, sobre la capacidad de los chimpancés para asociar vocalizaciones simples para significar cosas diferentes. A diferencia de su comunicación gestual muy flexible, la flexibilidad vocal de estos primates es limitada.
La estructura de su comunicación vocal no es menos compleja, como acaba de demostrar el equipo dirigido por Catherine Crockford, directora de investigación del Instituto de Ciencias Cognitivas de Lyon y jefa del laboratorio “la mente social de los monos”.
El repertorio vocal de los chimpancés incluye doce vocalizaciones bien identificadas, como “hou”, asociadas o no a un jadeo, gruñido o ladrido. ¡Un número muy limitado en comparación con otras especies de primates que pueden tener el doble! Construir secuencias formadas a partir de esta modesta muestra, dando a cada una un significado preciso consistente con la compleja organización social de los chimpancés, sin embargo, compensaría esta limitación, creen los investigadores.
En el campo de Costa de Marfil, Catherine Crockford y sus colegas registraron más de 900 horas de vocalizaciones en una comunidad de 46 chimpancés adultos salvajes en el Parque Nacional Taï para analizarlos e identificar posibles patrones vocales recurrentes. . Encontraron que los chimpancés tienen la capacidad de combinar vocalizaciones en al menos 390 secuencias diferentes, principalmente bigramas o trigramas, es decir, secuencias vocales compuestas por dos o tres unidades simples, de las doce vocalizaciones presentes en su repertorio.
Específicamente, algunas vocalizaciones casi siempre se encuentran en la misma posición en un bigrama. Por ejemplo, el “hou” suele estar en la primera posición en una secuencia de dos sonidos. Hipotéticamente, esto podría indicar que la segunda vocalización transmite el significado de “hou” y que la asociación de las dos puede depender del contexto, como la comida o el transporte, o el estatus jerárquico de los individuos receptores.
Además, los bigramas se pueden insertar en secuencias más largas que van desde tres gritos (trigramas) hasta combinaciones de cuatro o incluso seis vocalizaciones. Los chimpancés formarían así “frases” a partir de dos unidades simples que, combinadas, adquieren un significado particular. Pero cuando estas dos unidades se asocian con una tercera unidad, es posible que la secuencia de voz adquiera otro significado. Queda, por tanto, por ver si la asociación de estas unidades de sonido tiene un significado preciso que difiere cuando las unidades cambian de lugar en la secuencia vocal.
Para averiguarlo, los investigadores tendrán que utilizar experimentos de reproducción acústica (o reproducción), hacer escuchar a varios individuos unas secuencias en las que se modificará el orden de las unidades para estudiar la respuesta conductual producida. Los primatólogos esperan descifrar cómo se comunican vocalmente nuestros vecinos más cercanos, lo que podría ayudarnos a aprender más sobre las raíces de nuestro propio idioma. No excluyen la hipótesis de que ciertas secuencias vocales son específicas de algunas comunidades, o incluso de algunos individuos, y que tal flexibilidad vocal resulta del aprendizaje local, siendo testigo de una verdadera cultura vocal en los chimpancés.
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