“En el claro cielo azul de la física, sólo quedaban en el horizonte dos pequeñas nubes de incomprensión que oscurecían la belleza y la claridad. (“El conocimiento en física es como un gran cielo azul, en cuyo horizonte sólo quedan dos pequeñas nubes de incomprensión”.) Estas famosas palabras fueron pronunciadas, en 1900, por el gran físico británico Lord Kelvin, el creador del “cero absoluto”. “. , a partir de la cual se cuentan los grados de temperatura que llevan su nombre -frente a sus pares en la Royal Institution de Londres-.
Estas “dos pequeñas nubes” fueron, una, el resultado no concluyente del experimento de Michelson y Morley, que no logró demostrar una variación en la velocidad de propagación de la luz en el espacio, la otra, un problema planteado por la llamada radiación “corporal” emitida por un objeto calentado a alta temperatura. Dos anomalías de detalle, pensó Lord Kelvin, para quien, después de la gravitación universal de Newton y el electromagnetismo de Maxwell, no había nada nuevo que descubrir en física, sólo medidas que refinar.
De las nubes a las tormentas devastadoras
Y sin embargo… Detrás de la primera de estas dos nubes no estaba otra que la teoría de la relatividad, ¡detrás de la segunda la mecánica cuántica! Considere las dos teorías principales sobre las que se construyó toda la física del siglo XX.y siglo y que cambió radicalmente nuestra visión de conceptos tan fundamentales como el tiempo, el espacio, la materia o la energía. Esta anécdota, relatada a menudo, puede haber sido el punto de partida del nuevo ensayo del filósofo y astrofísico Aurélien Barrau, dedicado precisamente a estas pequeñas anomalías, que a veces nos hacen pasar de un paradigma a otro.
Más de un siglo después de Lord Kelvin, la situación a este respecto no ha cambiado fundamentalmente. Estructurada en torno a “modelos estándar” (partículas para lo infinitamente pequeño, cosmología para lo infinitamente grande, etc.), la física contemporánea también se enfrenta a su parte de anomalías. También tiene sus dos – o tres o cuatro… – “pequeñas nubes”, algunas de las cuales al menos (¿pero cuáles?) tarde o temprano estallarán en devastadoras tormentas, derribando nuestras teorías más sólidas. Y, explica Aurélien Barrau, siempre será así… Por eso, nos advierte desde el principio, “literalmente hablando, ¡todas las teorías son falsas”!
anomalías cósmicas
de Aurelien Barrau. Ediciones Dunod, 192 páginas, 16,90 euros (a publicarse el 7 de septiembre).
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