La lengua es un órgano increíble, capaz de cumplir varias funciones esenciales como el habla, la masticación o incluso el gusto. También es el primer órgano de nuestro sistema digestivo.
Para la manipulación de alimentos, la lengua está cubierta por dos tipos de papilas gustativas: filiformes y papilas gustativas. Las papilas filiformes (en azul en la imagen) son pequeñas protuberancias orientadas hacia la parte posterior de la lengua que tienen la función de dirigir el alimento hacia la garganta. Están más o menos cubiertos de queratina (como las uñas y el cabello), lo que les da dureza y resistencia al calor, y pueden sentir la consistencia de los alimentos gracias a un nervio que los recorre por completo.
Las papilas gustativas (las espirales de la imagen), en cambio, son menos numerosas. Se distribuyen de manera bastante uniforme sobre la superficie de la lengua, pero son un poco más numerosos en el medio y el frente de la lengua. Son estructuras compuestas por diferentes células llamadas células gustativas, agrupadas en pequeñas bolitas justo debajo de la superficie de la lengua y que nos permiten distinguir diferentes sabores (dulce, salado, acidez, amargo o umami). Contrariamente al dogma de que hay regiones en la lengua para cada uno de estos sabores, todas las papilas gustativas son capaces de distinguir estos cinco sabores. De hecho, en la mayoría de los mamíferos (incluidos los humanos), cada una de nuestras papilas gustativas está formada por todo tipo de células gustativas, y por lo tanto es capaz de detectar tanto salado como dulzor, amargor, acidez y umami. Luego, estas células se conectan a los nervios que transmitirán las señales al cerebro, que procesará la información y el sabor asociado. ¡Ahí es cuando conocemos los sabores de nuestra comida!
Macrófagos: herramientas todo en uno
Por su ubicación, la lengua es un primer contacto con el aire y los alimentos. Cuando comemos, la comida y los dientes dañan la superficie de la lengua. En ocasiones también nos mordemos a nosotros mismos, lo que puede dar lugar a la aparición de úlceras en la boca, que son pequeñas inflamaciones locales. Para combatir estas infecciones, el cuerpo humano establece una respuesta inmune, durante la cual varios glóbulos blancos acudirán para erradicar los patógenos. Entre ellos podemos encontrar el macrófagos, ubicado debajo de la superficie (epitelio) de la lengua, así como en su área muscular. Los macrófagos son glóbulos blancos cuya función principal es fagocitar (comer) células muertas y microbios para prevenir la inflamación causada por una reacción exagerada del sistema inmunitario.
Finalmente, la lengua es un órgano que, a diferencia de la piel, es capaz de curar sin dejar cicatrices. Los macrófagos también pueden desempeñar un papel contribuyendo a cura perfecta de la lenguacomo para algunas otras mucosas que también cicatrizan sin dejar marcas.
En otros órganos, se sabe que los macrófagos tienen funciones específicas, como ayudar a que las señales eléctricas no pasen por el corazón o participar en las contracciones durante la digestión en los intestinos. En la lengua pueden ser esenciales para el mantenimiento de las diferentes células que componen las papilas gustativas, así como para el buen funcionamiento de los nervios que llevan la información al cerebro. También pueden desempeñar un papel en la reparación de la superficie y los músculos, así como en la defensa inmunitaria durante una lesión en la lengua.
La microscopía de fluorescencia confocal (usada para obtener la imagen de arriba) es una de las muchas técnicas que se utilizan para intentar resolver estos misterios, y esperamos poder brindar más información muy pronto gracias a nuestros experimentos.
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